En los últimos tres años, a la Universidad de Chile no le salió prácticamente nada. Fue un equipo de mentón frágil, que se caía al primer golpe, sin capacidad de lucha, salvo en ese infartante partido ante Unión La Calera.
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Por eso, más allá de haberse visto baja contra Antofagasta, pese a estar con un hombre más durante todo el segundo tiempo, el triunfo del sábado es una muestra de carácter. Ganar jugando mal es casi tan valioso como hacerlo mostrándose bien, en el sentido de la confianza que genera.
A la espera de Álvaro Brun, en quien están depositadas las esperanzas de que sea el caudillo de la mitad de la cancha, la “U” de Santiago Escobar es una escuadra que basa su arranque perfecto de torneo en las áreas. En esa línea, y en un balance todavía muy preliminar, los fichajes de Luis Roggiero parecen ser acertados.
Por lo menos en lo que respecta al arquero y a los delanteros. A Hernán Galíndez no le ha pesado heredar el pórtico dejado por los dos capitanes recientes, uno de ellos Johnny Herrera, quien ha criticado constantemente su incorporación.
En el ataque, Cristian Palacios y Ronnie Fernández tienen todas las características que le agradan al hincha “azul”, especialmente esa predisposición a pelear todas las pelotas. Si a eso le sumamos que empezaron encendidos, deberían conformar una dupla de temer.
Las dudas pasan por la defensa y el mediocampo. José María Carrasco ha cometido errores básicos y está lejos de ser el patrón de la zaga, que es para lo que se lo trajo, mientras que Felipe Seymour y Jeisson Vargas no han sido capaces de imponerse en el centro del terreno de juego.
Por eso es que Azul Azul sigue moviéndose en el mercado, en busca de otro zaguero. Si el gerente deportivo ecuatoriano consigue un defensor de categoría y el recién fichado volante uruguayo cumple con las expectativas, el “Chuncho” podría ilusionarse con volar alto, tal como hizo Colo Colo tras zafar del descenso.