Bastián Orellana, juvenil de Universidad de Chile que sufrió un portonazo ayer jueves al llegar al Centro Deportivo Azul (CDA), entregó crudas declaraciones acerca de esa dura experiencia que le tocó vivir.
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“Pensé en mis papás, me preocupé por ellos. Al margen de lo material, no quería darles un susto. Gracias a dios no fue nada grave. Uno se pone a pensar la situación y claramente podrían haber pasado cosas mucho peores”, expresó Orellana, en entrevista con Las Últimas Noticias.
“Nosotros nos hemos criado en población, entonces esto es pan de cada día. No queda más que dar las gracias por poder estar hablando y que no sea mi madre la que tenga que estar contando que fui un buen joven. No estoy muerto”, agregó.
Además, el joven futbolista contó que “en el club me auxiliaron rápido, se contactaron con la policía. Estuve tranquilo. Me llamó la sicóloga, he recibido harto apoyo. En redes sociales también. Es reconfortante ver tantos mensajes. Estoy agradecido”.
“Más que rabia, me da tristeza”
Orellana también aprovechó de hacer una profunda reflexión respecto a lo sucedido ayer miércoles, cerca de las 8:35 horas. “La verdad es que me deja muchas enseñanzas. Es más lo bueno que lo malo. Primero que todo, quiero invitar a los jóvenes a que no busquen lo fácil. A que trabajen por su futuro, a que se esfuercen por ser reconocidos por lo bueno, por dejar algún legado, una marca buena”, manifestó.
“Más que rabia, me da tristeza ver a jóvenes de 15 años que teniendo un futuro por delante, buscan el dinero fácil de esa manera”, complementó.
