Parto aclarando que no estoy ni cerca de ser un fanático de Manuel Pellegrini. Cuestión de estilos, eso de que en gustos no hay nada escrito, como dice el cliché.
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Ahora, negar que su Betis llena los ojos sería ser ciego. Los partidos de su equipo son entretenidos, distintos a épocas pasadas.
Diecisiete años después de llegar a Europa, el chileno sigue reinventándose. Con sus altibajos -muchos más altos que bajos-, demuestra que está más vigente que nunca.
Eso sí, el tiempo no perdona y, con 68 “primaveras”, el DT está en la etapa final de su carrera, más allá de que la vida laboral de un técnico no tenga un límite etáreo definido. Por ejemplo, Luis Aragonés fue campeón de la Eurocopa con España ad portas de cumplir siete décadas.
Quizá la senda del “Sabio de Hortaleza” sea la que quiere seguir el “Pelle”. Con la energía a tope, necesita el día a día de un club, pero ya más entrado en canas, el 2025, cuando termine su contrato en Sevilla, podría acomodarle el ritmo de una selección.
Entonces, quizá, tal vez, luego de tantos mensajes de que “sería un orgullo”, el “Ingeniero” se atreva a afrontar su “obra maestra”: la regeneración de la “Roja”. Guste o no su estilo, sería un desperdicio que el mejor entrenador criollo de la historia no se siente en la banca nacional.
Aunque si no lo hizo con “Don Arturo” al mando, su amigo y responsable de cortar la línea futbolística que más réditos le dio a la Selección, tal vez haya que morirse esperando. Y esta columna será una obra de mi imaginación.