Cuenta Universidad de Chile, en su sitio web, que el “Romántico Viajero”, el himno que la enorgullece, surgió en un traslado en barco hacia Antofagasta, en 1933. Durante el trayecto, el arquitecto Julio Cordero Vallejos y algunos compañeros de profesión fueron gestando la pieza, que siete años más tarde, en 1940, pasaría a ser la canción oficial del club deportivo.
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El creador de la letra y de la melodía nunca se imaginó que su obra musical, casi nueve décadas después, pasaría del romanticismo a una triste realidad. La “U”, pese a las eternas promesas de los distintos presidentes que la han encabezado, sigue teniendo que viajar de un lado a otro para algo tan básico como hacer de local en el fútbol chileno.
Para algún estadístico con una base de datos robusta podría quedar la tarea de revisar en cuántos recintos han ejercido como anfitriones los “azules”. En una semana, el partido ante Unión Española tuvo cinco sedes posibles: Viña del Mar, Talcahuano, Quillota, San Carlos de Apoquindo y Valparaíso.
Lo de “ir más allá del horizonte” se lo han tomado a pecho los diferentes dirigentes, mientras los que pagan las consecuencias, como siempre, son los hinchas. Los de verdad, no los delincuentes, esos que con su deplorable comportamiento han boicoteado cualquier prospecto de construcción del tan anhelado estadio propio.