Este tarde, el Sindicato de Árbitros del Fútbol Profesional vota una paralización de actividades. Antes de eso, la semana comenzó para la organización corroborando el anuncio de la semana pasada, cuando amenazaban con una huelga de “pitos caídos” si no había cambios en la Comisión que, desde la Anfp, rige la actividad de los jueces. A través de un comunicado, el gremio hacía una nueva advertencia pública, en la que reiteraba la petición de salida del jefe del referato, Javier Castrilli, y de sus colaboradores más cercanos, Osvaldo Talamilla y Braulio Arenas. Lo que sí, el petitorio morigeraba la exigencia inicial, que incluía seis nombres en total. La respuesta desde Quilín no fue en palabras, sino con un gesto brutal: el “Sheriff” dio de baja a 11 réferis, entre ellos tres Fifa, y con nombres reputados, como Julio Bascuñán. El argentino completaba la “limpieza” que buscaba desde que asumió en el cargo, a fines de septiembre del año pasado.
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Hace un mes, Castrilli ya había sacado a tres jueces: Patricio Blanca, Omar Oporto y Raúl Orellana fueron cesados por rendimiento y edad. Ahí, sin embargo, el que fuera conocido como el “Juez de Hierro” no pudo hacer todos los cambios que quería.
Cuentan en Quilín que la burocracia de los procesos de la Anfp, pese a ser un ente privado, impidieron un despido masivo de réferis, que además requería cierta caja en tesorería para saldar los finiquitos.
Ahora, un mes después de la salida de ese primer trío, y con la amenaza de un paro, el “Sheriff” completó la depuración de los nombres que quiere impartiendo justicia en los torneos profesionales.
Y, aunque la decisión se haya ejecutado en pleno desarrollo del torneo, los nombres de los desafectados estaban claros hace, al menos, tres meses en la mente del “profesor” de los jueces, quien se hartó de la actitud de algunos de los principales nombres de la lista de echados.
Al argentino le molestaba el desplante de algunos, que asumían que por currículo y trayectoria podían capear capacitaciones y evaluaciones.
Por eso, las razones para la salida de Bascuñán, Piero Maza, Nicolás Gamboa, Alejandro Molina, Felipe Jara, Cristián Garay, Claudio Urrutia, Héctor Jona, Felipe Jerez, Franco Arrué y Constanza Salinas, justificaciones más o menos, no están basadas en edad o rendimiento. De hecho, los tres primeros son parte de los colegiados Fifa que posee el cuerpo arbitral chileno y, de hecho, el tercero de ellos tiene esta semana que dirigir un duelo de Copa Libertadores.
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Nada de eso importó.
Castrilli los quería fuera.
Veía en el grupo de los echados una oposición a su labor. Y, desde el bando de los despedidos, le achacan a Castrilli una nula capacidad docente. Aunque, en realidad, la molestia de quienes fueron despedidos tiene que ver con razones económicas: las malas evaluaciones los hacían dirigir menos y, con ello, ver mermados sus ingresos por arbitrar.
De esa “oposición” a Castrilli, a quien acusan de tener la sutileza y elegancia de un elefante en una cristalería como “profesor” de los jueces, se sindica a Bascuñán como líder. Eso explicaría su salida.
A los afectados por la medida, la noticia de los despidos los sorprendió. Sobre todo, porque la mayoría se enteró por la prensa de la situación.
“Nos están echando porque estamos destapando una olla... Hay una red de corrupción tremenda ahí, pero no se van a salir con la suya. Estamos peleando por convicción, porque estamos haciendo las cosas bien, y los turbios son otros”, asegura uno de los réferis despedidos.
Desde la oncena de jueces echados, apuntan a varios dirigentes de clubes que operan con amplios poderes, particularmente a un argentino que controla uno de los clubes de Primera B de la Región de Valparaíso interior.
“Me voy tranquilo, porque sigo mis principios y siempre he luchado por la transparencia. Estar en un ambiente corrupto es asqueroso”, complementa otro de los jueces que se ve forzado a colgar las tarjetas.
Mientras el ajusticiamiento del “Sheriff” se concretaba, crecían las dudas respecto de la eventual paralización que se vota hoy. Para muchos, la huelga es inminente. Otros, en cambio, reflexionan: “Si echaron a Bascuñan o Maza, que son Fifa y tienen peso en la organización, qué queda para nosotros...”, comenta un miembro del gremio, que ve en la medida de presión un arma de doble filo en el futuro inmediato.
Ante la eventualidad de que el Sindicato vote la paralización, en Quilín preparan secretamente un plan alternativo para que haya fútbol profesional el fin de semana. Eso sí, la idea de traer árbitros extranjeros es vista con distancia, porque se sabe que los agremiados de países vecinos no querrán indisponerse con sus colegas locales en medio de un conflicto laboral. Siempre es complicado ser un “rompehuelgas”.