Mañana, en Wembley, Italia y Argentina protagonizarán un duelo que han motejado como la “Finalissima”, que en realidad es una Copa de Campeones entre el monarca de la Conmebol y su par de la Uefa.
PUBLICIDAD
Para desgracia de la selección chilena, el cetro ha tenido sólo dos ediciones antes, en 1985 y 1993, cuando el trofeo en disputa era el Artemio Franchi. Y pese a que la “Roja” no la disputó en su momento, en el mítico estadio londinense habrá un representante nacional. En rigor, una terna criolla, ya que el árbitro Piero Maza será el que encabece el trío que impartirá justicia en el duelo entre “azules” y “albicelestes”.
La designación del colegiado de 37 años, quien será acompañado por los asistentes Christian Schiemann y Claudio Ríos, no deja de sorprender. Hace menos de dos meses, el juez había sido uno de los despedidos por Javier Castrilli, cuando el “Sheriff” aún estaba a cargo de la Comisión de Árbitros en la Anfp.
Así, la designación de Maza para la “Finalissima” tiene varias intrepretaciones. La primera es que se trata de un premio de consuelo para los réferis nacionales, luego de que se haya descartado la presencia de un chileno en la Copa del Mundo de Qatar, a fin de año. Y con Roberto Tobar -el internacional mejor evaluado- lesionado, se abrió la opción para que dirija Maza.
Otra es que se trata de una maniobra de la Conmebol, respaldando a los agremiados chilenos en su pulseada con Castrilli. Como el argentino era crítico del manejo del brasileño Wilson Seneme -quien fue, hasta hace un mes, el jefe de los árbitros sudamericanos-, su sucesor en el organismo subcontinental, el paraguayo Enrique Cáceres, respalda con esta designación el movimiento de los que querían al transandino fuera del cargo en Quilín.
Con una Conmebol con suficiente ascendiente como para poner a uno de los suyos dirigiendo el partido entre italianos y argentinos, la designación de Maza no sorprende como una demostración de fuerza en un cuerpo arbitral dividido, no sólo a nivel local.
