Desde que trabajo en esto, mayo del 2012, o sea, en casi exactos 10 años, he visto pasar 17 entrenadores de Universidad de Chile, entre titulares, interinos y una dupla técnica. Ha habido chilenos, argentinos, uruguayos, venezolanos y colombianos, varios “hombres de la casa” y otros tantos a los que les vendieron que la casa estaba ordenada y se encontraron con todo lo contrario.
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En esta década, la post Sampaoli, han desfilado por la banca “azul” supuestos sucesores del casildense que sólo se le parecieron en el discurso. También hubo algunos que pregonaron lo opuesto, eso de hacerse fuertes atrás, pero que se les olvidó que tres empates son lo mismo que un triunfo y dos derrotas, y que con un 33% de rendimiento estás para pelear el descenso.
En este declive, el nombre del nuevo salvador es Diego López, más cercano al segundo perfil que al primero. De sangre “charrúa” y escuela italiana, su idea desde hoy, cuando arranquen los entrenamientos bajo su mando, es edificar desde atrás hacia adelante, para darle solidez a un cuadro que lleva 22 goles en contra en las 15 fechas que van del torneo.
Ahora, para eso se necesita materia prima. Técnicos fuera de serie como “Don Sampa”, que transforman a jugadores del montón en figuras, hay pocos en el mundo.
Actualmente, la “U” tiene un buen arquero y dos delanteros de peso. Los demás futbolistas del plantel perfectamente podrían estar jugando en cualquier equipo de mitad de tabla hacia abajo en el Campeonato Nacional.
Por eso, los dos refuerzos que busca Azul Azul, el defensa y el volante, tienen que ser calados, un patrón de la zaga y un caudillo del mediocampo, no la tercera o cuarta prioridad en la lista del coach uruguayo. En el mercado de pases es donde se ve el verdadero respaldo al DT, no cuando ya vaya en caída libre y no haya vuelta atrás.