Minuto 62 del partido en Talca y se produce el gol desequilibrante de Colo Colo, que se veía venir. Por más ritmo que los “azules” hayan impuesto en el primer tiempo, en el segundo demostraron que les falta jerarquía, ésa que les sobra a unos “albos” comandados en la banca por un entrenador experto en clásicos y en la cancha por un conjunto cada vez más armonioso.
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Uno de sus mejores intérpretes es Juan Martín Lucero, el centrodelantero que tanto pidió Gustavo Quinteros y que está justificando con goles los constantes reclamos del DT argentino-boliviano. El atacante transandino está entonado y buena parte de la campaña se debe a sus anotaciones fundamentales.
Otro es Leonardo Gil, quien pone la música en el camarín -por eso el particular festejo de su tanto- y también en el terreno de juego. El “Colo” es el director de la orquesta, como queda reflejado en algunos segundos tiempos donde se cansa y su equipo baja el rendimiento.
No fue el caso ayer, porque al frente había un elenco que se sabe perdedor de antemano en los “Superclásicos”, donde siempre termina desafinando. No basta con el ímpetu de las voces jóvenes, que cometen errores propios de su inexperiencia, como el penal de Daniel Navarrete en el 1-0 y el mal despeje de Bastián Tapia en el 2-1.
Más encima, si desde el banco entra un Junior Fernandes que hace un foul inevitable que deriva en el tiro libre del 3-1, donde además pierde la marca, poco se puede esperar. Un club “grande” necesita futbolistas de ese estatus, no sólo juveniles o ex jugadores que vengan a tocar sus últimos acordes.
Con esa partitura, el “Romántico Viajero” continúa estrellándose una y otra vez ante el “Cacique”, contra el que cumplirá una década sin celebraciones. Y, lo que es peor, nuevamente es acechado por un descenso del que ya se viene salvando hace tres temporadas.
La “U” se sigue hundiendo. Los músicos del Titanic vuelven a escena.