La novena edición de la Copa Mundial Femenina de Fútbol ya es parte del recuerdo. Celebra España, sorpresiva campeona por primera vez en su historia, pero también festejan Australia y Nueva Zelanda, los países organizadores, y la Fifa, que ve cómo este torneo crece exponencialmente con cada versión que pasa.
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El interés por el balompié de mujeres es cada vez mayor, como lo demuestran las cifras gruesas del certamen recién concluido. En términos de audiencia, por ejemplo, superó los 2.000 millones de espectadores alrededor del planeta, casi doblegando los 1.120 millones que sintonizaron Francia 2019 a través de una pantalla.
Un buen aporte a este número hizo el duelo entre China e Inglaterra, por la fase de grupos. Más de 50 millones lo vieron en la enorme nación asiática.
En relación al público en los estadios, el aumento también fue significativo. Casi dos millones de personas (1.978.274) asistieron a los recintos, contra las 1.131.312 que fueron al campeonato galo de hace cuatro años, aunque con la diferencia de que ahora se jugaron 64 partidos, frente a los 52 encuentros que se disputaron en suelo francés.
El Accor Stadium, sede de la final, tuvo a cerca de 75 mil fanáticos en sus asientos el domingo. En la jornada inaugural, entre la selección australiana e Irlanda, hubo un aforo similar.
“Punto de equilibrio”
Todo lo anterior, obviamente, redunda en ganancias, las cuales fueron detalladas previo a la definición por el presidente de la Fifa, Gianni Infantino. Las utilidades de esta Copa del Mundo estuvieron por sobre los 570 millones de dólares, con lo cual “cubrimos los gastos”, de acuerdo al timonel del organismo rector.
A mayores beneficios, mayor es el reparto de premios, que superó por un amplio margen al de Francia 2019. Para esta ocasión, la Federación estipuló la entrega de 110 millones de la divisa estadounidense, bastante por encima de los 30 millones que se dieron en la edición celebrada en tierras galas.
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Pese a esto, las cifras del fútbol femenino siguen estando muy lejanas de las de su par masculino en términos de los torneos planetarios. De hecho, alcanzan apenas una cuarta parte, considerando que en el Mundial de Qatar 2022 hubo 440 millones de la moneda norteamericana a repartir entre los participantes.
Más allá de las diferencias, el mandamás de Zúrich descartó igualar los montos, apelando a que se trata de “consignas”, las cuales “no resolverán nada”. Explicó que recién “alcanzamos el punto de equilibrio. No perdimos dinero y generamos el segundo mayor ingreso de cualquier deporte a nivel global”.