Pese a su polémica salida desde la testera de la comisión de arbitraje chileno, el retirado juez argentino Javier Castrilli decidió radicarse en nuestro territorio gracias a un par de proyectos formativos vinculados a su disciplina y a la educación integral.
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“Armé una academia de formación arbitral junto a los exjueces chilenos Braulio Arenas y Osvaldo Talamilla, y con este último tengo la propiedad de una escuela libre, la Santiago Bueras, en Maipú, comuna donde me instalé a vivir en un condominio con mi señora”, inicia el juez transandino, quien en conversación con un medio de circulación nacional reconoce que “mi pretensión es ayudar a que gente interesada sepa lo que hay más allá de las 17 reglas. Que cuál es el fin y por qué se aplica cada regla”.
Las críticas de Javier Castrilli
Desde esa vereda formativa es que Castrilli profundizó este lunes en lo que fue su polémico paso por la jefatura del arbitraje chileno, un cargo que asumió tras la propuesta que en su momento le realizaron los dirigentes de la ANFP, pero que con el paso de los meses y una estricta forma de reformular al colegio arbitral, acabó con su mediática salida del cargo.
“Creo que las autoridades de la ANFP le tuvieron temor al sindicato que los amenazó con parar el fútbol si me mantenía en el puesto y me apoyaba en mis decisiones”, indicó en lun.com.
“Y creo que eso, al menos, me sorprendió porque precisamente cuando me contrataron ellos me dijeron que me querían para hacer una limpieza en el arbitraje chileno. Me acuerdo que el director Jorge Yungue me dijo que yo fracasaría si no hacían eso en mi gestión”, rememora.
“Para hacer tortillas, hay que quebrar huevos”, reflexiona Castrilli, quien recuerda haber “quebrado varios” ya que, a su juicio, había que hacerlo con el referato chileno “porque la situación era apremiante y urgente. Tenía que limpiar y, a la vez, darle espacio a las nuevas generaciones que estaban siendo tapadas por el amiguismo que hay en el referato chileno”.
“Es cosa de ver cómo se hacían las designaciones. Un grupo, una cofradía, era la que ponía a los mismos árbitros, a los amigos, ya sea como jueces centrales, cuarto juez o a cargo del VAR. Se iban dando vueltas”, recalca el árbitro transandino, quien asume su caótica salida desde el colegio arbitral por “la resistencia del sindicato”.
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Es cosa de ver cómo se hacían las designaciones. Un grupo, una cofradía, era la que ponía a los mismos árbitros, a los amigos
— Javier Castrilli
“No voy a dar nombres, pero es obvio que tuve la resistencia del sindicato que actúa con criterio de amiguismo”, indica Castrilli, muy crítico respecto de la mala preparación de los jueces chilenos. Algo que ejemplifica con un lapidario informe FIFA que le llegó apenas se hizo cargo de los colegiados criollos.
“No lo dije yo (que muchos árbitros chilenos no se sabían ni el reglamento), lo dijo un informe de la FIFA luego de una evaluación. Ese informe me llegó justo al asumir mi cargo de jefe de los árbitros chilenos”, cuenta con un dejo de resignación.
Puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que operativamente en Chile hay árbitros amateurs que tienen mayor capacidad que varios profesionales
— Javier Castrilli
“Yo le puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que operativamente en Chile hay árbitros amateurs que tienen mayor capacidad que varios profesionales”, puntualizó Castrilli, quien finalizó asegurando que “después que me desvincularon las cosas volvieron a ser como antes de que yo llegara a la Comisión de Árbitros”.