En una noche llena de sorpresas en el Théâtre du Châtelet de París, Ousmane Dembélé se alzó con el Balón de Oro 2025.
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El atacante francés del Paris Saint-Germain completó una temporada de ensueño, donde su consistencia y su capacidad de desequilibrio fueron clave para el éxito de su equipo.
Su triunfo dejó a un “perdedor” que nadie vio venir: Lamine Yamal, el joven de 18 años del Barcelona, que era considerado por muchos como el principal candidato al premio.
La historia de Dembélé es la de un futbolista que se levantó de las cenizas; tras años de lesiones, altibajos y críticas por su falta de profesionalismo en el Barcelona, el “Mosquito” se reencontró con su mejor versión en la capital francesa.
Su campaña con el PSG fue de alto vuelo, demostró que puede ser un jugador determinante con su zurda educada y su velocidad, se convirtió en una pesadilla para las defensas rivales, marcando la diferencia en momentos clave y ayudando a su equipo a conseguir títulos importantes.
Pero la otra cara de la moneda fue Lamine Yamal; el joven crack del Barcelona tuvo una temporada de ensueño; con solo 18 años, se consolidó como la principal figura de su equipo, deslumbrando con su talento y su madurez.
Su derrota fue un golpe duro para él y para el barcelonismo, que ya veía en él al próximo Balón de Oro; la noticia de que quedó en segundo lugar generó un gran debate en las redes sociales, con muchos argumentando que la votación fue injusta y que el joven español merecía el premio por su espectacular campaña.
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A pesar de esto, Yamal se llevó el Trofeo Kopa al mejor jugador joven, un premio que demuestra su enorme potencial y lo que le espera en el futuro.
Al final, la gala del Balón de Oro 2025 fue la confirmación de que a veces el premio no es solo para el que brilla más, sino para el que, después de un largo y complicado camino, logra su redención y alcanza la cima.