El bailarín boliviano Ángel Torrez se quebró esta semana al dar una entrevista en el programa “Más Vivi que nunca”, de TV+, donde recordó las dificultades que debió afrontar en su infancia al quedar huérfano a los 10 años luego de la muerte de su padre.
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El coreógrafo, que estuvo presente en el estudio del programa conducido por Vivi Kreutzberger junto a su esposa chilena, con quien mantiene una relación de más de 15 años, habló de varios episodios trágicos de su vida en Bolivia, previo a su viaje a Chile.
Es la única fotografía que tengo de mi padre. No quiero dejar triste a la gente, yo lo he pasado pésimo.
— Ángel Torrez
La pena de Torrez
Torrez, que logró notoriedad en la televisión chilena en la década del noventa gracias a su participación en el programa “Venga conmigo”, de Canal 13, fu sorprendido por Vivi en la sección “Fotos que hablan” al mostrarle una imagen de su padre, quien falleció cuando Torrez tenía 10 años. Antes, a sus tres años, su madre había fallecido.
“Es la única fotografía que tengo de mi padre. No quiero dejar triste a la gente, yo lo he pasado pésimo. Sobre la muerte de mi mamá me acuerdo muy poco. Viví con mi hermana mayor, me quedé con ella y mi padre”, inició el bailarín, quien mantiene la fotografía de la cédula de su padre gracias a que su esposa se decidió a agrandarla para conservarla en mejor estado.
Sobre la muerte de mi mamá me acuerdo muy poco. Viví con mi hermana mayor, me quedé con ella y mi padre.
— Ángel Torrez
“Mi papá se sentía mal del corazón. Lo llevamos a La Paz para encontrar una cura, pero le hizo peor, por la altura. No podía respirar”, recordó un emocionado Torrez, quien tras ello debió irse a vivir junto a su hermana, pero que al tiempo debió dejarla ya que ella no tenía las condiciones económicas para mantenerlo.
“Cuando muere mi papá vuelvo a mi pueblo natal, pero me fui al año después porque mi hermana no podía mantenerme. Conocí una familia que me ofreció un trabajo, donde barría los autos, limpiaba las calles”, explicó el exparticipante de “Aquí se baila”, quien reconoció además que sufría a diario por no saber cómo sería su futuro.
“Cada día que dormía, no sabía que iba a pasar al siguiente, menos si no tenía cosas para comer. Fue una sensación muy extraña y muy fuerte”, finalizó.