Pepi Velasco estuvo como invitada en el programa estelar de CHV, “Podemos Hablar”, en donde junto a Gala Caldirola, Felipe Izquierdo, Amaya Forch y Julio Milostich se sinceraron sobre algunos aspectos íntimos de su vida.
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En este contexto, es donde Jean Philippe Cretton les pidió que avanzaran al punto de encuentro quienes hayan sufrido un grave dilema ético con un cercano, a lo que Pepi atinó a levantarse.
“Mi papá era un gallo chorísimo, maravilloso, la raja. A los 50 años le empiezan a protestar todos los cheques y no sabía por qué. Empezó a cachar que era porque tenía Parkinson (pues no firmaba bien)”, relató.
El progenitor de la actriz padecía de Parkinson muy progresivo a los 79 años de edad. “Te deteriora mucho, quedó inválido, le dio un infarto a la médula y es una enfermedad en la que terminas inválido, enrollado entero, no puedes hablar, no puedes comer y es súper triste”, explicó Velasco.
“Yo siempre iba a verlo y me dijo un día ‘Pepita, ven, acércate’, apenas hablaba. Yo le digo ‘¿qué quieres, papito?’. Me dice ‘mira, hay un cojín allá. Ahógame’”, contó.
“Yo le dije ‘papá, no te puedo matar, porque me voy presa’. Yo ya estaba vieja, se murió a los meses después”, recordó la actriz.
Posteriormente, Pepi reflexionó sobre esta cruda situación: “Cuando la vida se acaba, se acaba, la gente que no deja ir cuando alguien está muy enferma o que está mal, hay que dejarlos ir, si la vida llegó hasta ahí. Mi papá no quería seguir viviendo en esas condiciones, eso no es vida, eso es estar muerto, pero hablar”.
“Cuando él murió, nosotros celebramos. Contratamos un restaurante y lo cerramos, invitamos a los más amigos, a los familiares y cantamos, tomamos pisco sour, comimos rico. Cerramos el restaurante porque el papá había muerto. Uno como cultura occidental tiene que cachar que la vida es la vida cuando puedes gozar la vida, pero cuando ya la vida es una mier... es mejor irse y dejar ir”, cerró la actriz.