Hace un par de días que Daniela Aránguiz comenzó a ser panelista del programa farandulero “Zona de Estrellas” y ya está revelando varios cahuines faranduleros que no sabíamos.
El último que se atrevió a contar involucra nada más y nada menos que a la hija de Don Francisco, Vivi Kreutzberger, a un importante rostro televisivo, Soledad Onetto, y a Sarika Rodrik, dueña de una exclusiva boutique santiaguina, que tuvo que llegar hasta la justicia para solucionar el problema ocurrido con Daniela para una gala del Festival de Viña.
Crónica de un vestido usado
Tal como consignó el portal En Cancha, La influencer recordó un tremendo problema que tuvo con el vestido que eligió para ir a la gala viñamarina, debido a que dijo haber sido engañada por la tienda de Sarika, donde lo compró.
Según explicó en “Zona de estrellas”, ella acudió a la boutique para elegir un vestido espectacular, como ameritaba la ocasión. Pudo escoger su look y quedó muy feliz con su decisión, se puso su vestido y apareció de la mano de su marido Jorge Valdivia, en la famosa gala.
Pero luego de pasar por la alfombra roja muy sonriente y creyendo que utilizaba un atuendo jamás visto, todo se derrumbó: Recibió un mensaje de Vivi Kreutzberger, quien le alertó que su look no era un diseño exclusivo, sino uno reutilizado por una antigua animadora, la cual era Soledad Onetto.
A tribunales contra Sarika
“Yo tuve un problema con ese vestido con Sarika Rodrik. Ese vestido es un Armani que yo compré y me lo vendieron como un vestido exclusivo y nuevo. Sarika Rodrik me lo vendió como un vestido exclusivo y nuevo para ir a la alfombra roja”, comenzó explicando.
La ex “Mekano” relató que se enteró “cuando paso por la alfombra me llega un mensaje de la hija de Don Francisco y me dice ‘ese vestido lo usó Soledad Onetto para animar el Festival de Viña hace cuatro años atrás’”.
Sin esperarlo, el conflicto escaló hasta la justicia, pues Daniela Aránguiz insistió en una reparación de los daños. “Sarika Rodrik después me respondió, yo hice el reclamo. Llegamos hasta tribunales. Yo quería que me lo cambiara por otra cosa y ella accedió. La jueza nos hizo firmar, yo llevé el vestido y lo entregué y tomé otros productos”, aseguró.
“No querían por la buena y si no quieren por la buena, tiene que ser por la mala. Uno siempre tiene que ir con los derechos del consumidor”, comentó revelando que desde la tienda “me mandaron a decir yo estaba loca porque esa mujer era mucho más delgada que yo y que jamás me iba a entrar un vestido de ella”.