Stefan Kramer recordó este miércoles, en entrevista con el late “Buenas noches a todos”, el difícil trance que pasó luego de su abrumador triunfo en el Festival de Viña del Mar de 2008, cuando cayó en una depresión que lo tuvo “dos años bien mal”.
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En su conversación con Eduardo Fuentes fue que el humorista reconoció la “angustia” que le generó el cambio provocado por su triunfo en el escenario de la Quinta Vergara, cuando pasó del casi anonimato a la fama que hasta hoy le acompaña gracias a cada una de las imitaciones que realiza.
No podía compartir mucho esto porque si yo llegaba a alguien y le decía: ‘Me siento extraño’. Me iba a responder: ‘Te ha ido la raja, anda a quejarte a otra parte’.
— Stefan Kramer
“Cuando ocurre el hecho de las gaviotas, los aplausos, la ovación, el púbico de pie, tú estás como: ‘Gracias. Qué estén bien’. Te fuiste de ahí y ya es otro día, es otro momento. Al otro día la rutina la repiten como loco en la tele”, relató Kramer, quien recordó que esa imagen fue la que inmediatamente le pasó la cuenta en su estado de ánimo.
La angustia de Stefan Kramer
“Lo primero que pensé es que no tengo otra rutina. ¿Qué hago? ¿Repito lo mismo? ¿Cómo lo hago? Se empezó a transformar en una sensación que yo no tenía otro objetivo en mi vida. ¿Qué hago ahora y cómo lo continúo? Viene ahora esta sensación de cómo me reinvento”, reconoció.
“Cuando no me fijo un objetivo y empiezo a cachar qué hago ahora, cuando tienes un éxito que fue muy arrollador, empecé a sentirme con angustia de no saber qué hacer”, prosiguió el imitador, quien agregó que tamaña angustia fue creciendo en la medida que no era capaz de visibilizarla a su entorno cercano y al ambiente artístico.
Lo primero que pensé es que no tengo otra rutina. ¿Qué hago? ¿Repito lo mismo? ¿Cómo lo hago? Se empezó a transformar en una sensación que yo no tenía otro objetivo en mi vida.
— Stefan Kramer
“No podía compartir mucho esto porque si yo llegaba a alguien y le decía: ‘Me siento extraño’. Me iba a responder: ‘Te ha ido la raja, anda a quejarte a otra parte’. Estuve un año y medio o dos años bien mal”, dijo.
Como no veía salida a su angustia y depresión, el humorista optó por asesorarse de profesionales médicos para lograr solventar su problema. Una decisión en la que su esposa, Paloma Salas, resultó fundamental.
“La Paloma me apoyo en todo. Al principio era una situación (...) pero me sentí apoyado, aunque es mucho. ¿Cómo pido ayuda a un psicólogo? ¿Cómo este psicólogo derivó en psiquiatra que te da una pastilla? ¿Cómo esta pastilla te hace bien, pero si tomas más vuelves a sentir angustia?”, finalizó el comediante.