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Meryl Streep defendió sus arrugas y enseña a envejecer con estilo

A sus 73 años recibió el Premio Princesa de Asturias de las Artes.

Mery Streep
Mery Streep es una leyenda de Hollywood. (Jason Merritt/GettyImages)

Meryl Streep es todo un ícono de Hollywood tras la amplia carrera que maneja donde ha brillado en distintas producciones cinematográficas, que la han llevado a adjudicarse numerosas premiaciones y distinciones por su talento.

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Son más de 50 años de carrera con 3 Oscar, 9 Globos de Oro, 2 Premios BAFTA, 1 Cannes, 3 Emmy y muchos más galardones que le han dado el titulo de leyenda en el mundo de la actuación, pues su currículo no tiene comparación.

Ahora ha conseguido el Premio Princesa de Asturias de las Artes por “dignificar el arte de la interpretación y conseguir que la ética y la coherencia trasciendan a través de su trabajo con la virtud de subrayar que los seres humanos y concretamente las mujeres deben latir y destacar a partir de su singularidad”.

Meryl Strepp deja un legado lleno de dignidad y amor propio

Meryl no solo ha dado lecciones como actriz, también como mujer pese a estar sumergida en un mundo que ha intentado cambiar la verdadera esencia femenina con los marcados estereotipos a los que ella se ha resistido.

Streep es sinónimo de belleza, elegancia y glamour, ella no ha necesitado recurrir a cirugías estéticas para lucir radiante y aunque en el inicio de su carrera fue rechazada y encasillada como “fea”, su talento fue más que suficiente para hacerla merecedora de grandes personajes que tanta gloria le regalaron al cine.

Es por ello que el paso de los años no ha sido un problema para ella, pues respeta su naturalidad dando lecciones de amor propio.

“Debes aceptar que envejecerás. La vida es valiosa y cuando has perdido a mucha gente, te das cuenta de que cada día es un regalo”,  ha expresado en varias oportunidades.

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Meryl respeta sus arrugas, las cuales le recuerdan todo lo que ha vivido y luchado con el paso de los años, por lo que para ella no es negociable poner en riesgo su aspecto e incluso su bienestar.

 “Que nadie me arrebate las arrugas de mi frente, conseguidas a través del asombro ante la belleza de la vida; O las de mi boca, que demuestran cuánto he reído y cuánto he besado; Y tampoco las bolsas de mis ojos: en ellas está el recuerdo de cuánto he llorado. Son mías y son bellas”, aclaró.

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