La italiana Miriam Visintín, de 26 años, quien estuvo en coma por 31 años tras un grave accidente accidente automovilístico mientras conducía su Fiat Panda por la localidad de Mussolente, en la provincia de Vicenza, en el norte de Italia, falleció el pasado 11 de mayo por una afección pulmonar.
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Un año antes del accidente, ocurrido en 1991, Visintin había contraído matrimonio con Ángelo Farina, quien le prometió amor eterno hasta el final de sus días y lo cumplió, pues durante tres décadas acompañó a su esposa en el hospital, una demostración de amor que conmovió a Italia.
Farina habló con el diario La República tras el deceso de su esposa y dijo sentirse tranquilo porque ya ella no está sufriendo. “Estoy bien, ahora me siento ligero, porque sé que Miriam finalmente dejó de sufrir. Estos últimos 40 días fueron terribles: primero un derrame pleural, luego una serie de complicaciones y hasta dos paros cardíacos”.
Todos los días en el almuerzo la visitaba
El esposo de Miriam concurrió todos los días a visitarla a la residencia de ancianos donde se encontraba, la única vez que dejó de verla fue en los dos años en que se impusieron restricciones por la pandemia de coronavirus.
De este modo, el hombre se aseguró que su mujer nunca estuviera sola. “Si volviera a ocurrir lo mismo, lo haría todo de nuevo”, señaló a pocas horas del funeral de su amada.
Miriam perdió el control de su vehículo un 24 de diciembre de 1991. Se deslizó en una superficie congelada e impactó contra un poste.
“Los médicos dijeron que no llegaría a la noche y en cambio ella había logrado sobrevivir -explicó Farina-. Después de tres meses le quitaron el respirador, porque se las arreglaba sola. Pero terminó en un estado que la medicina define como coma apálico. Después del accidente, su cerebro estaba comprometido en un 95%”.
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En esa condición ella estuvo alojada en los primeros tiempos en la residencia de ancianos La Madonnina, luego en el Instituto Casa Sturm y finalmente, dos meses antes de su muerte, cuando se iniciaron las complicaciones pulmonares, fue llevada al hospital San Bassiano, donde falleció.
Una lágrima en su mejilla
Farina visitó todos los días a su esposa en el almuerzo y muchas veces durante la cena.
Contó a La República que él notaba un pequeño gesto en el rostro de Miriam cuando entraba a la habitación y hasta a veces había visto una lágrima rodar por su mejilla.
Ángelo contó también que dos hermanas de Miriam y la madre le hacían compañía a la paciente. Y que él volvió a rehacer su vida con una mujer que, según él, “supo estar a mi lado con delicadeza, sin oponerse nunca a nada que se refiriera a Miriam”.
