Las explicaciones pueden ser múltiples para determinar por qué millones de personas recurren al mal hábito de comerse las uñas y aunque no es un mal que genere graves consecuencias a la salud, es importante controlar la mala práctica que además de generar cierta incomodidad y dolores, también se considera antihigiénico y antiestético.
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Clínicamente, comerse las uñas es considerado como un hábito denominado onicofagia, mismo que se encuentra clasificado dentro de los trastornos obsesivos-compulsivos en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders y también es catalogado en la décima edición de la Clasificación Internacional de las Enfermedades como un trastorno emocional de comportamiento que comienzan en la primera etapa de la vida (infancia y adolescencia).
Recomendaciones
Según un estudio publicado en Scientific American, el estrés no sería la única causa de los trastornos de compulsión ya que el aburrimiento y la frustración también pueden desencadenar la necesidad de comerse las uñas o morderse los dedos.
Rosa María Ponce Olivera, dermatóloga y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que “este tipo de comportamiento puede ser provocado por una personalidad perfeccionista, aunque todos la padecen en algún momento de la vida”.
Masticar las uñas causa un importante rompimiento de forma no homogénea, deformando notablemente su crecimiento. En casos más agresivos, las hemorragias subungueales que se producen pueden llevar a la pérdida total de la uña.
Algunos consejos para evitar comerse las uñas son:
· Evitar los factores que desencadenan el morderse las uñas, como la sobreestimulación.
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· Tomar medidas saludables para mantenerse activo y controlar el estrés y la ansiedad.
· Mantener las uñas correctamente recortadas.
· Ocupar las manos o la boca con actividades alternativas, como tocar un instrumento musical.
· Aplicar un esmalte de sabor amargo a las uñas para evitar que se muerdan.
