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I Have a Dream: el “rey del Calipso” que se transformó en baluarte de los derechos humanos y acompañó a Luther King en la Marcha de Washington

Harry Belafonte nació en Harlem, se hizo famoso como cantante aunque sufrió la discriminación y tras convertirse en “rey del Calipso” se sumó como activista a la defensa de los derechos de los afroamericanos en EE.UU. y contra la segregación racial en Sudáfrica.

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La carrera artística le concedió éxito, fama y fortuna a Harry Belafonte durante varias décadas en que impuso el ritmo del “calipso” de cadencia musical jamaicana para vender discos y lograr protagonismo en el cine. Sin embargo, su mayor prestigio, reconocimiento y respeto público lo conquistó como activista de los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos.

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Tras su muerte reciente a los 96 años, en Nueva York, revivieron en la memoria histórica episodios relevantes de aquella actuación social y política que le hizo entablar profunda amistad con el líder negro Martin Luther King y, posteriormente, promover la lucha contra la segregación racial en Sudáfrica.

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Durante enero de este año, en su última aparición pública, Belafonte anunció al New York Times una demanda contra los hijos de Luther King por la herencia de documentos del movimiento que integraron.

No obstante, aquello fue apenas una anécdota, porque Harold George Bellanfanti Jr -nacido en 1927 e hijo de un marinero de Martinica y una empleada de casa de Jamaica-, labró una trayectoria impecable y la admiración de un público que valoraba su compromiso con los derechos humanos y la igualdad racial.

Se involucró en acción y financiamiento con el movimiento por los derechos civiles y como amigo de Luther King participó en la histórica Marcha de Washington de 1963, donde el reverendo pronunció el famoso discurso “I have a dream” (Tengo un sueño).

Incluso, en diversas entrevistas, sostuvo que “el papel del arte no es mostrar la vida, sino enseñarnos cómo debería ser esa vida. No soy un artista que devino en activista, sino un activista que decidió meterse a artista”.

Se enroló en la Marina de EE.UU. tras la Segunda Guerra Mundial, luego estudió teatro y pudo codearse con futuras estrellas como Tony Curtis, Sidney Poitier y Marlon Brando, de quien confesó que “nunca conocí a un hombre blanco que abrazara con tanta pasión la cultura negra”.

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Tiempos de lucha y segregación

Antes de impactar la fama con el histórico álbum Calypso (1956), había sufrido la peor discriminación más allá de su mundo de Harlem, donde vivían figuras como Duke Ellington o el escritor Langston Hughes. “La mayoría de esos estadounidenses negros famosos estaban allí, codeándose con el resto de nosotros; ciertamente no eran bienvenidos en los elegantes edificios al sur de la calle 96″, escribió en su interesante libro de memorias, “My Song”.

El adiós final le brindó a Harry Belafonte los últimos merecidos honores y aplausos al cabo de una vida admirable que fue premiada con tres Grammy, un Emmy, un Tony, la Medalla del Congreso y el Oscar de Honor de 2014. Y, en definitiva, el reconocimiento popular a su lucha por la dignidad de todos…

<b>“El papel del arte no es mostrar la vida, sino enseñarnos cómo debe ser esa vida... Yo no soy un artista que devino en un activista, sino un activista que decidió meterse a ser artista...”</b>

<b>Harry Belafonte</b>

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