En el nuevo capítulo de su podcast “¿Cuántos pares son tres moscas?”, la actriz Antonella Ríos recordó una traición que vivió con un pololo a principios de milenio. Ella le relató esta historia a la audiencia y a sus amigas con quienes comparte este espacio, Teresita Reyes y Claudia Hidalgo.
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Ríos se encontraba en Alemania, cuando su pololo le insistió que se devolviera a Chile ya que la quería ver. “Vine para puro estar con él, estuve con él, y cuando llego me dice ‘oh necesito un tiempo’. Yo me hubiese quedado en Alemania, estaría viviendo en Frankfurt, quizás dónde”, partió.
Ella contó que cuando le dijo esto estaban en Chucre Manzur, y su pololo la correteó para que se fuera ya que él tenía un ensayo. “Me subo a un taxi, salgo por la otra puerta como Chaplin, me pongo a mirar y de repente, él estaba encontrándose con una chica, de la cual se enamoró”, continuó.
“Ah es un conchatumare”, exclamó Teresita Reyes al escuchar la historia de su amiga. “Veo y se dan un beso apasionado con la chiquilla. Yo estaba pololeando con él, quería un tiempo, pero yo todavía no se lo había dado”, señaló y ahí es cuando le empezó a bajar la rabia.
“Yo soy chica, pero picosa”
“Veo al tipo, subo donde está la mina con una rabia, si yo soy chica, pero picosa. Creo que fue la única vez que me dio una crisis de celos, estaba cegada; si yo tenía un cuchillo, lo enterraba, si yo tenía una pistola, la disparaba. Estaba cegada por los celos”, aseguró Ríos.
“Yo estaba envenada (sic), yo subo y los veo, pa’ más encima la agarro con la mina, ‘y vo’ hueona, ¿qué te creis? Estai con mi mino’. Voy y pa’, pata en la raja, (le dije) ‘ándate conchetumare’, con garabatos de alto calibre, nos tiramos al suelo”, continuó la actriz.
Reyes le consultó si estaba peleando con la joven, y ella le dijo que sí, en vez de haber peleado con quien la engañó. “Estoy hablando de una época en la que obviamente tu rival era la mina, y el hueón era la pobre víctima que le habían puesto dos pechugas encima y había dicho ‘oh qué voy a hacer con esto’”, agregó.
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Ellas continuaron rodando en el suelo por la calle Chucre Manzur en Providencia, “ella no me pegaba, yo le pegaba patadas en el poto porque tenía el medio culo, pa’ más bonito, guapa la mina, por la chucha, estupenda”, detalló.
Antonella admitió que estuvo pésimo haberle pegado, y cuando su pololo de ese entonces le decía que parara, ella se sentía más porque “estaba defendiendo a la otra”.
Finalmente, su pololo se quedó con esa chica, estuvieron 11 años juntos pololeando, lo que se lo predijo un tarotista. “Me olvidé de él, pasó el tiempo, y ahora soy amiga de ella. Somos amigas, es mi guía espiritual, es seca, estaba en mi cumpleaños. Yo la amo, la adoro y la respeto, y ahora hablamos más de él”, cerró.