El animador Rafael Araneda es el último invitado del programa de Pamela Díaz, “Sin Editar”, en donde se sentó a conversar con la “Fiera”. En este contexto, el recordó sus ochos años como animador del Festival de Viña del Mar.
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Tras hablar de los grandes desafíos que ha vivido a lo largo de su trayectoria como animador, la “Fiera” le consultó si él cree que el escenario del Festival de Viña del Mar es un espacio importante para la carrera de los animadores.
“Yo creo que sí, creo que con la cantidad de festivales que han ido saliendo, se ha perdido un poco eso (la exclusividad), porque todos tienden a imitar un poquito lo que es Viña, las tradiciones”, señaló.
Su autocrítica y reflexión
Si es que le gustó cómo animó el festival, Araneda le respondió que “hubo años que sí, años que no. El primer año tuve muchos enredos, Américo se enojó... eso ya pasó, da lo mismo, me topo con Américo y me cago de la risa, él encontró que lo había cortado. Dino Gordillo estaba enojado porque no le había dado no sé qué cosa”.
“En el primer año, en las dos primeras noches tenía un cagazo cada noche, y después te das cuenta de que eso es Viña. Es parte de la manifestación suprema de los egos, y cada uno va a exponer su ego ahí, y el responsable pasa a ser el rostro porque es el que te dice ‘sáquenlo, que no está dando la cara’”, afirmó .