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Eduardo Fuentes reveló sus aventuras en China con los “baños de hoyo” y compartidos: “Una señora china...”

“Estaba ahí parado haciendo pipí y de pronto veo una cabeza que se asoma...”

Eduardo Fuentes
Eduardo Fuentes Cedida

En el capítulo del podcast “Mari con Edu”, que estrenó este sábado, Eduardo Fuentes y María Luisa Godoy se embarcaron de lleno en un viaje lleno de emociones, risas y momentos inolvidables.

Eduardo Fuentes comentó cómo fue su experiencia en su viaje a China entre templos budistas, animales exóticos y anécdotas inesperadas en Lhasa, en el corazón del Tíbet.

Durante tres semanas, Eduardo Fuentes recorrió Beijing, Hefei, Hangzhou y Lhasa (Tíbet), grabando para un programa de TVN. El periodista recordó cómo se sintió al llegar a los 3.600 metros de altura y cumplir uno de sus sueños: meditar en un templo budista tibetano.

“Era muy bonito porque el sonidista que iba con nosotros era budista y me iba contando todo a través del traductor. En un minuto logré escaparme hacia un lugar y poder meditar... fue una experiencia sublime. Quizás el proceso de meditación es el mismo que podría hacer acá, pero saber que estoy ahí, escuchar los mantras de fondo, sentir la vibración, es algo muy especial. Fue muy emotivo”, reveló.


Fuentes también se emocionó al visitar lugares sagrados como el Templo Potala, donde sintió “una conexión espiritual y filosófica muy potente”. “Cuando me subí a la muralla china me cayeron las lágrimas, pero en Lhasa fue distinto. Sentí paz, una serenidad profunda, algo que te remueve desde adentro”, dijo.

“Baños de hoyo” en el Tíbet

Eduardo Fuentes
Eduardo Fuentes Cedida

Pero además de la espiritualidad y como es habitual en Eduardo, el viaje dejó espacio para el humor. Uno de los momentos más comentados fue su encuentro con los “baños de hoyo” tibetanos, una experiencia que el conductor relató con lujo de detalles: “El baño era de hoyo. Es por un tema de higiene básicamente... pero es raro. De verdad, no lo digo con doble sentido, pero es raro”, afirmó.

Describió la escena que lo hizo reír (y sufrir) al mismo tiempo: “Estaba ahí parado haciendo pipí y de pronto veo una cabeza que se asoma... una señora china, con falda larga, me queda mirando y yo le decía ‘shu, shu’. ¡Y la señora se agacha al lado mío y empieza a hacer lo suyo!”

Entre carcajadas, agregó: “Después me explicaron que eran baños compartidos y que lo que yo no hice fue correr una cortinita chiquitita que hay arriba. Pero igual es raro, porque lo único que hace es que no se te vea la cara, ¡pero perfectamente podrías estar mirando el pilín!”.

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