Todo comenzó durante la transmisión de su horóscopo en TV+. De pie, como siempre, Pedro Engel sintió un cansancio imposible de explicar. “Lo único que quería era sentarme y dije: ‘¡Tan cansado!, ¿qué me pasa? No me canso nunca’”.
Ya en el auto rumbo a su casa entendió que la situación iba más allá de un malestar pasajero. Una máquina de medir la presión le mostró un símbolo extraño. Buscó en Google. “Decía que era algo del corazón”, recuerda. Llamó a su amigo médico, Eduardo Bercovich: “Es peligroso”, le respondió. Horas después, tras exámenes urgentes, escuchó el dictamen duro y claro: “Esto derivó en una trombosis pulmonar, es más o menos delicado”.
Pasó la noche en un box, sin dormir, sentado para no ahogarse. “Dije: ‘Bueno, si me tengo que morir, me voy a morir consciente, qué rico: no estoy desesperado, nada, muy tranquilo’”. Pero la crisis fue sorteada a tiempo y, con el apoyo de su “ángel de la guarda”, así llama al doctor Bercovich, pidió continuar la recuperación en casa.
Un cuerpo distinto, un ritmo nuevo
Hoy reconoce que no es el mismo. “Siento que no tengo la misma energía”, admite. Aunque sigue trabajando en el matinal de TVR y en distintos proyectos, varias veces al día debe detenerse, respirar hondo y recomponerse. “Me ha costado porque soy ‘Duracell’, o sea, hago 7.500 huevadas al día”, dijo en entrevista para La Cuarta.
Los medicamentos también modificaron su percepción de sí mismo. “¡Sí! No es mi cuerpo de antes”. Y entre los diagnósticos de última hora, diabetes, arritmia, coágulo pulmonar, bromeó: “Llegué sano a la clínica y me fui con cuatro enfermedades”.
Ciclos que cierran, caminos que se abren
La trombosis coincidió con el final de su programa en TV+. Sin dramas ni enojos. “Son ciclos”, dice. Ahora se prepara para un proyecto digital con Mirai Media, vinculado a la espiritualidad, y continúa su labor en Parques de Chile, donde realiza charlas sobre duelo y memoria afectiva. “Hablamos sobre las emociones, lo que son los duelos y que la gente pueda expresar lo que le pasa… ocurre mucha sanación”.
También sigue escribiendo y creando joyas. Publicará pronto su nuevo libro del horóscopo chino y mantiene una amistad cotidiana con Tonka Tomicic. Según cuenta, “está feliz la Tonka, ¡feliz!, ¡radiante!”.
Memorias, muerte y reconciliación
Antes de enfermar, había comenzado a escribir recuerdos de su infancia y su familia, impulsado por dos publicaciones en Instagram. Ese impulso se volvió un proyecto mayor: su primer libro autobiográfico. “Quizás ya llegó mi momento para escribir”, reflexiona. Dice que el trabajo lo ha acercado a pasajes dolorosos, pero de manera liberadora: “Creo que al escribir siempre van apareciendo memorias de dolor, que con la escritura se van transmutando”.
Su vínculo con la muerte, lejos de oscurecerse tras la trombosis, se reafirmó. “Siento que en el momento que me vaya me va a abrazar, acunar y nos vamos a reír”. Incluso ironiza sobre su sepultura “más cara que un departamento”, aunque no descarta la cremación. La muerte para él sigue siendo una presencia amable, no un temor.
Un segundo tiempo
Engel siente que algo se reinició. “Siento que es un segundo tiempo, porque me pude haber muerto y no era mi hora”. Y aunque asegura entre risas que “no sé si mucha, pero queda” energía, vive estos días con una gratitud suave, cotidiana, consciente. Un renacer que no se anuncia con estridencia, sino con la calma de alguien que ya cruzó un umbral y decidió volver.

