A seis años de la tragedia que horrorizó a millones de franceses, el atentado terrorista del 13 de noviembre de 2015 continúa siendo una herida profunda que sigue abierta en el corazón de París.
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Ese funesto día, la Ciudad Luz fue sacudida por los brutales ataques yihadistas que dejaron 130 personas muertas y 350 heridas fuera del estadio de Francia, en terrazas de la capital y en la famosa sala de conciertos Bataclan, donde tres extremistas islámicos irrumpieron con bombas y disparos durante la actuación del grupo rock estadounidense Eagles of Death Metal.
Armados con poderosos fusiles de asalto AK-47, incontable munición y cinturones explosivos, los miembros del Estado Islámico gritaron Allahu akbar (“Dios es el más grande”) a voz en cuello antes de comenzar a dispararle a quemarropa a la multitud indefensa, según relata en un dramático documental el ingeniero de sonido de la banda, Shawn London.
Mintras tanto, el pasado 8 de septiembre se inició un proceso que durará nueve meses para investigar el atentado más salvaje perpetrado en suelo galo tras la Segunda Guerra Mundial.
El gobierno creó un dispositivo de seguridad excepcional para el juicio, así como una sala en la que desfilaran 330 abogados y se juzgará a 20 imputados -seis ausentes por presunta muerte-, frente a 141 medios de prensa acreditados de todo el mundo.
En seis años, la vida siguió girando con dolor para los cientos de víctimas y también sin control para los asesinos. Por ejemplo, para Fabian Clain, quien se hizo conocido como “la voz” de los ataques de París, luego de leer el siniestro comunicado público del EI adjudicándose los atentados. El guerrilero murió el 21 de febrero de 2019, en un ataque aéreo de la coalición internacional sobre un campamento de Baguz, último bastión del Daesh en Siria.
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Entre los homenajes y las placas recordatorias instaladas en la zona del cruento ataque, la memoria sigue siendo el agente más poderoso para revivir el infierno de aquella jornada sangrienta.
La traumática experiencia de un chileno
David Fritz Goeppinger nació en Pucón, se mudó a Francia cuando tenía cuatro años y en 2015 el destino lo convirtió en uno de los sobrevivientes del Bataclan.
El joven de 29 años escribió un libro –”Un Día en Nuestra Vida”- con el relato de su terrible experiencia y hoy se desempeña como fotógrafo.
El franco-chileno se preparaba para disfrutar el concierto de Eagles of Death Metal cuando una explosión lo lanzó directamente al fondo de una pesadilla.
“Era un horror indescriptible. Como si un huracán hubiera irrumpido en la sala devastando todo a su paso. El olor de la sangre mezclada con la pólvora era absolutamente asqueroso. Se escuchaban llantos, gritos de agonía, gente suplicando. Estaba convencido de que iba a morir”, rememora David aún traumatizado por la experiencia. Confiesa que vio pasar la muerte y que todavía hoy percibe que lo acompaña la estela emocional de ese espantoso episodio...