Un verdadero viaje al pasado es lo que proponen las diseñadoras Pía Álvarez y Bernardita Brancoli en “Gráfica de las delicias”. Recordar esos viejos envases de galletas que tenían nuestras abuelas en sus casas y que pasaron a ser almacenadores de objetos de costura o recipientes para guardar fotos y clavos.
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Este trabajo de investigación que hoy cobra vida en este libro, nació como un proyecto de título de la carrera de Diseño de la Universidad del Desarrollo (UDD) de Álvarez, a partir de una idea simple, pero profundamente nostálgica: rescatar etiquetas de galletas, chocolates y confites antiguos del mercado chileno para inmortalizarlas digitalmente. “Cuando era chica siempre me llamaron la atención las cajas de lata que habían en mi casa, llenas de colores y de aspecto antiguo que mi abuela usaba como costurero”, explica sobre cómo surgió la idea.
Y es que para la diseñadora gráfica estos coloridos recipientes, que guardaban pequeños tesoros que usaba para jugar, en su origen almacenaban delicias, y muchas veces, pequeños gustitos que se daban, de vez en cuando, los chilenos del pasado, más precisamente quienes vivieron entre los años 1892 y 1945.
La investigación se construye del estudio de cinco importantes marcas: McKay, Calaf, Costa, Ambrosoli y la desaparecida Hucke, que fue absorbida por Mckay, mientras que las fechas coinciden con oleadas inmigratorias que fomentó nuestro país durante el siglo XIX para la modernización del mismo. Ingleses, italianos, españoles y alemanes, fueron quienes trajeron la maquinaria para la producción de galletas de manera masiva, cambiando para siempre los hábitos de consumo de los chilenos.
El dedicado trabajo de esta diseñadora captó inmediatamente la atención de las diseñadoras y también académicas UDD, a cargo de evaluar los proyectos de título; Paulina Contreras y Bernardita Brancoli, esta última, posteriormente se sumó al desarrollo del libro “Gráfica de las delicias”, que se acaba de lanzar este 2 de junio después de dos años de trabajo. “Regalar una caja de galletas por esos tiempos era prácticamente un lujo que unos pocos podían darse, o que se reservaba para celebraciones especiales, como cumpleaños o aniversarios. Las compras en general eran a granel, los envases de lata se reutilizaban y las coloridas etiquetas se dibujaban a mano”, detalla Brancoli.
¿En qué y quiénes estaban pensando esos diseñadores al momento de crear las etiquetas? La elección de los colores, tipografías, y otros elementos gráficos persisten hasta el día de hoy, aunque con los evidentes cambios que el mundo moderno le ha impreso. “Muchas de las marcas del pasado todavía existen y las consumimos, por ejemplo, el chocolate Sahne-nuss era de la marca Hucke, los caramelos de leche miel tienen su origen en Italia, a partir de las colmenas que tenía la familia Ambrosoli allá y que trajeron a Chile en esos años y que hoy pertenece a Carozzi, y así muchos otros”, complementa Pía Álvarez.
Compromiso con el patrimonio
Por su parte, la decano de la Facultad de Diseño UDD, Alejandra Amenábar, comenta que una de las aristas importantes que fomentan en la formación de los alumnos es la investigación. “Desde hace nueve años se inició la formalización de un área de investigación con el objeto de generar conocimientos y transferirlos a la sociedad, donde el rescate patrimonial se ha convertido en una de las líneas importantes de investigación de nuestra Facultad, con la finalidad de contribuir desde nuestra disciplina, a la valoración de la historia y evolución de Chile a lo largo de los años”.
Además del apoyo entregado por la Facultad, nada de este trabajo hubiese sido posible sin la facilitación del material gráfico del Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi), quienes conservan en antiguos libros y bodegas algunas de estas etiquetas pegadas a mano, y que, en muchos casos, prácticamente se están desintegrando. “De ahí la importancia de este rescate del patrimonio gráfico e histórico que queda impreso en el libro “Grafica de las delicias”, ya que se trata de momento que definió para siempre la manera de consumir dulces en Chile”, cierra Brancoli.