Varios paradigmas fueron derribados con la llegada de la pandemia. Antes de 2020, los trabajos contaban con horarios rígidos que debían cumplirse por ley.
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El debate, hasta ese entonces, era si se podían reducir las jornadas laborales o brindar algunos beneficios extra a los trabajadores. También se hablaba de dejar libre el día viernes para concentrar la productividad a cuatro días, al menos así lo planteaban en España.
Pero el coronavirus llegó y la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia, con confinamientos y una larga lista de medidas de seguridad que redujo al mínimo la producción industrial, las clases y el transporte.
En esta coyuntura, el trabajo cambió a marchas forzadas su estructura de horarios pero con el ánimo de no afectar la productividad.
Producir desde cualquier lugar
Los empleados hicieron esfuerzos por ofrecer la máxima productividad sin estar apegados a las 40 horas semanales y comprobaron que se podía producir mucho más con un horario flexible que se distribuya a lo largo del día, precisó un informe exclusivo de la BBC.
De allí surge el trabajo “no lineal”, que rompe con los esquemas convencionales y permite que los trabajadores mantengan calidad de vida sin afectar las metas de producción.
“Para los empleados, las enormes cargas de trabajo ya no significan quedarse en la oficina más allá de las 7 y perderse el partido de fútbol de sus hijos. Ahora pueden tener más vida personal y hacer su trabajo. Para los empresarios, el trabajo que se realiza es a menudo más creativo, innovador y emocional, y se consigue mejor en entornos flexibles y optimizados”, expresó Aaron De Smet, socio de la consultora McKinsey & Company, de Nueva Jersey (Estados Unidos).
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Se valora más el tiempo
Las jornadas no lineales permiten que el trabajador administre sus horas de trabajo y se concentre en los objetivos exigidos. Luego puede tener libertad para atender a su familia y sentirse más a gusto con su empleo.
De esta manera no hay horarios fijos, cada quien los diseña a su conveniencia sin afectar las expectativas o necesidades del empleador. En términos llanos, el empleador requiere ganar dinero para pagar a sus empleados, y los empleados requieren producir para que ese dinero llegue a la empresa.
Para Laura Giurge, profesora adjunta de Ciencias del Comportamiento de la London School of Economics, las jornadas de este estilo también representan un ahorro de gastos para el trabajador.
“El trabajo asíncrono permite ahorrar tiempo en los desplazamientos, realizar tareas administrativas en horas de baja productividad, hacer más ejercicio y ahorrar dinero con comidas caseras”, argumentó.
Los trabajos no lineales se pueden realizar en cualquier horario, de forma híbrida, unas veces cumpliendo horario y otras veces haciendo la “tarea” en casa. Lo bueno de este nuevo esquema es que está probado que es eficiente y se puede aplicar más allá de la coyuntura de la pandemia.
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