Para comprender un poco más en detalle de qué trata el moho y sus problemas, te contamos que trata sobre un tipo de hongo que les salen raíces filiformes que invaden el interior de los alimentos, así como diminutos tallos cubiertos de esporas en la superficie. Algunos tipos de moho producen toxinas que pueden ser nocivas si se ingieren, y en algunas personas pueden desencadenar reacciones alérgicas.
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Es muy común que el moho se manifieste en la fresa, problemática que si no se detecta a tiempo puede generar una reacción en cadena y habitar las otras frutillas que estén alrededor o en el mismo envase donde reposa, situación que generaría no puedan ser consumidas, no obstante, a veces si lo son ya que sus consumidores no se percatan de la descomposición.
Como actuar ante la presencia de moho
Benjamin Chapman, profesor y especialista en Inocuidad Alimentaria de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, indica al New York Times que cuando se encuentra a tiempo la fruta roja contaminada, no necesariamente se tiene que tirar todas las frutas.
Por ejemplo, si en el envase donde están hay una o dos fresas mohosas, basta con tirarlas e inspeccionar con cuidado las demás en busca de pelusa, que a menudo aparece alrededor de una magulladura o en la unión del pedúnculo. Eso sí, no esperes tanto porque hay que comer el resto pronto ya que las esporas de moho persistentes pueden extenderse y desarrollar más pelusa en uno o dos días.
Elizabeth Mitcham, profesora y directora del Centro de Tecnología Poscosecha de la Universidad de California, campus Davis, indica que una de las cosas positivas de la problemática es que las fresas o bayas comestibles que presentan este tipo de hongo, no produce toxinas, por lo que el riesgo es menor”, ya que entre los alimentos en los que crecen estos mohos más peligrosos se encuentran los frutos secos, los cereales y las manzanas.