La Organización Mundial de la Salud (OMS), es reiterativo y les da la razón a diversos especialistas sobre la gran importancia de respetar los horarios nocturnos de descanso, ya que mucho de ello depende del bienestar y funcionamiento del cuerpo humano. Por ello, es de vital importancia dormir en la noche entre siete y ocho horas y de ser posible, realizar una siesta diurna de treinta minutos.
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Una reciente investigación del por parte de profesores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, determinó que realizar correctos hábitos de sueño saludables disminuye de manera significativa el riesgo de fallecimiento a temprana edad por enfermedades como el cáncer o cardiológicas y que los beneficios comienzan a acumularse a partir de los 30 años.
Dormir bien alarga la esperanza de vida
El doctor Frank Qian, expresó al Colegio Americano de Cardiología que “si las personas tienen todos estos comportamientos de sueño ideales, es más probable que vivan más tiempo. Incluso, desde una edad temprana, si las personas pueden desarrollar estos buenos hábitos de sueño, esto puede beneficiar enormemente su salud a largo plazo. Estos hallazgos enfatizan que simplemente dormir las horas suficientes no es suficiente, sino que hay que tener un sueño reparador y no tener muchos problemas para conciliar y mantener el sueño”.
El estudio contó con la participación de 172.321 voluntarios con una edad promedio de 50 años. Se realizó un seguimiento de la salud durante cuatro años, los cuales se basaron en:
· Dormir de siete a ocho horas por noche.
· Quedarse dormido con facilidad al menos cinco noches a la semana.
· No despertarse por la noche al menos cinco noches a la semana.
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· No usar ningún medicamento para dormir.
· Despertarse sintiéndose descansado al menos cinco días a la semana.
La puntuación de cinco sobre cinco sumó 4.7 años a la esperanza de vida de los hombres y 2.4 a la de las mujeres, en comparación con las personas que alcanzaron solo uno o ninguno de los objetivos. Además, los que obtuvieron mejores calificaciones tenían un 19 por ciento menos de riesgo de morir de cáncer y un 21 por ciento menos de probabilidad de muerte por enfermedad cardíaca.