Cuando los seres humanos pasamos por situaciones que pueden generar episodios de ansiedad, como, por ejemplo, hablar en público o presenciar un momento de tensión por una discusión, pelea y hasta incluso un robo o accidente vehicular, automáticamente el cuerpo presenta síntomas como sequedad de boca, garganta y un aceleramiento cardíaco.
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La duda de todo radica en saber si la ansiedad es el causante de que el corazón se acelere más de lo normal o viceversa, si la frecuencia cardíaca es quien origina los episodios psicológicos. Para encontrar una respuesta, la Universidad de Stanford, en California, realizó un estudio basado en ratones de laboratorios para entender como el ritmo cardíaco interfiere en los trastornos del ánimo.
Investigación
Las conclusiones de los estudios fueron publicadas en la revista de salud Nature y fue desarrollado bajo la supervisión del neurocientífico Karl Deisseroth. los investigadores aprovecharon una proteína sensible a la luz que se llama ChRmine que, originalmente, se encontraba en las algas y que controla el flujo de partículas cargadas hacia las células.
Se introdujo el ChRmine en células del músculo cardíaco de ratones vivos a los que habían colocado un chaleco con una bombilla de diodo emisor de microluz. Dicha luz penetró a través de la piel de los roedores para activar ChRmine dentro de las células cardíacas y actuar como un pequeño marcapasos que hizo latir más rápido sus corazones. Como podían encender y apagar la luz pudieron controlar la frecuencia cardíaca de los animales.
En reposo, la frecuencia cardíaca de un ratón suele ser de unos 600 lpm y el equipo la aumentó a unos 900 lpm para inducir la taquicardia. Además, colocaron a los ratones en un laberinto con una vía abierta y otra cerrada. Durante el experimento, aquellos con corazones acelerados prefirieron permanecer en la zona cerrada.
La taquicardia o una frecuencia cardíaca de más de 100 latidos por minuto (lpm), es un signo característico de la ansiedad y de un ataque de pánico y, al menos un estudio, reveló que las personas con ansiedad tenían un 26% más riesgo de desarrollar una enfermedad de las arterias coronarias.