La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y está expuesta constantemente a la suciedad, la contaminación y el sudor, lo que puede tener consecuencias desastrosas si no se trata con cuidado.
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La falta de limpieza diaria puede resultar en poros obstruidos, acumulación de células muertas, brotes de acné y un tono de piel desigual. Además, con el paso del tiempo, la falta de atención puede acelerar el proceso de envejecimiento, dejando la piel opaca, arrugada y sin vida.
Según los dermatólogos, no cuidar el rostro puede provocar diversos problemas, como los siguientes:
Acumulación de suciedad, grasa y bacterias
La piel del rostro está en contacto constante con el aire, el polvo, el sudor, el maquillaje y otros agentes externos que pueden obstruir los poros y favorecer la aparición de impurezas, como puntos negros, espinillas o granos, es decir, acné. Además, estas impurezas pueden infectarse, causando inflamación por eczemas, dolor y cicatrices.
Deshidratación y sequedad
La falta de hidratación y nutrición de la piel puede provocar que esta pierda su elasticidad, suavidad y luminosidad, y se vuelva más áspera, opaca y tirante. La piel se pone seca, lo que la hace más propensa a sufrir irritaciones, rojeces, descamaciones y arrugas.
Manchas
La falta de protección solar o de productos inadecuados puede provocar manchas en el cutis, ya sea oscuras o blancas. Las manchas envejecen.
Envejecimiento prematuro
No cuidar el rostro también puede acelerar el proceso de envejecimiento de la piel, ya que esta se vuelve más vulnerable a los efectos nocivos de los rayos solares, la contaminación, el estrés y otros factores que favorecen la formación de radicales libres, los cuales dañan las células y el colágeno de la piel. Esto se traduce en una pérdida de firmeza, elasticidad y volumen, así como en la aparición de manchas, arrugas y flacidez.
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Cuidados de la piel
Por todo ello, los expertos recomiendan seguir una rutina de cuidado y limpieza facial diaria, que incluya los siguientes pasos:
- Limpiar el rostro: se aconseja hacerlo dos veces al día, por la mañana y por la noche, con un producto conforme al tipo de piel y al nivel de suciedad. Se debe evitar el uso de jabones agresivos o de agua muy caliente, ya que éstos pueden resecar y dañar la piel.
- Tonificar: se aplica después de la limpieza, es un producto que ayuda a quitar los restos del limpiador y cierra los poros, equilibrando el pH natural.
- Hidratar: con una crema o un sérum se aportará al cutis la humedad y los nutrientes que necesita para mantenerse sano y bonito. Hay que elegir estos productos según el tipo de piel y aplicarlos con masajes suaves hacia arriba
- Exfoliar: se puede hacer una o dos veces a la semana, es para eliminar las células muertas e impurezas que se acumulan en la piel. Su objetivo es la renovación celular, hará que salga piel nueva.
- Proteger del sol: se debe usar protector solar todos los días, aún en los días nublados. Hay que evitar la exposición directa al sol, especialmente en las horas centrales del día, también se puede usar sombrero, gafas y ropa que cubra el rostro.
Es esencial establecer una rutina de limpieza facial regular, utilizando productos suaves, pero efectivos que eliminen eficazmente la suciedad y el exceso de grasa, sin comprometer la barrera natural de la piel. Con una limpieza diaria adecuada, puedes mantener tu piel radiante, saludable y rejuvenecida, asegurando una apariencia fresca y juvenil a lo largo del tiempo.