Estilo de Vida

Las consecuencias de tener poco sexo: menor esperanza de vida...más en mujeres

Diversos estudios científicos advierten que una vida sexual poco activa podría estar asociada a un mayor riesgo de mortalidad, con efectos más pronunciados en mujeres, debido a impactos físicos, hormonales y emocionales.

Pareja
Pareja (Freepik)

La frecuencia de las relaciones sexuales no solo influye en el bienestar emocional y la calidad de vida, sino que también podría tener un impacto directo en la esperanza de vida, especialmente en el caso de las mujeres. Así lo sugieren diversas investigaciones recientes que han analizado la relación entre actividad sexual, salud cardiovascular, equilibrio hormonal y longevidad.

Según los estudios citados por especialistas, mantener una vida sexual activa está asociado a menores niveles de estrés, mejor funcionamiento del sistema inmunológico y una reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares. En contraste, la ausencia prolongada de actividad sexual se ha vinculado a mayores niveles de inflamación, ansiedad y depresión, factores que inciden negativamente en la salud general.

En el caso de las mujeres, los efectos serían aún más relevantes. Investigaciones señalan que la actividad sexual regular contribuye a la regulación hormonal, particularmente en etapas como la menopausia, además de favorecer la salud del corazón y mejorar la calidad del sueño. La falta de relaciones sexuales, en cambio, podría aumentar el riesgo de padecer problemas metabólicos y cardiovasculares, así como afectar la salud mental.

Menores tasas de mortalidad

Uno de los estudios más citados indica que las personas con una vida sexual más activa presentan menores tasas de mortalidad por causas naturales, incluso al controlar variables como edad, nivel socioeconómico y estado de salud previo. En mujeres, este vínculo sería más marcado debido a la interacción entre sexualidad, bienestar emocional y respuesta fisiológica al estrés.


Los expertos aclaran que no se trata de una fórmula rígida ni de una obligación, sino de entender la sexualidad como un indicador de bienestar integral. Factores como la calidad del vínculo, el consentimiento, el deseo y el contexto emocional son tan importantes como la frecuencia.

Finalmente, los especialistas coinciden en que una vida sexual satisfactoria —entendida de manera amplia y diversa— puede ser una herramienta protectora para la salud, mientras que su ausencia sostenida, especialmente cuando es involuntaria, puede reflejar o profundizar problemas físicos y emocionales que conviene atender a tiempo.

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