El sacerdote jesuíta Felipe Berríos, se refirió a los recientes hechos de violencia en el norte del país en medio de la crisis por la migración irregular, el asesinato de un camionero a manos de migrantes y con ello, la paralización de rutas por parte de transportistas.
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En conversación con Radio Universidad de Chile, el activista y también escritor -que ha vivido gran parte de su vida en el campamento Luz Divina VI en La Chimba de Antofagasta, cree que decretar estado de excepción constitucional es una medida exigua e inadecuada si no se acompaña con una visión panorámica sobre las olas migratorias, que permitan apuntar al fondo del fenómeno.
A su vez, Berríos considera que lo ocurrido en el norte es una mezcla de problemas originados en la ineficiencia administrativa del Gobierno, además de la centralización y criminalización hacia la comunidad migrante, por lo que lamentó que las autoridades no llegaran a tiempo con las medidas.
“Hay una cantidad de gente, no solo la gente de la periferia de la ciudad, la gente más modesta, sino que sectores medios, me atrevería a decir medios altos, que han resuelto sus vidas sin el Estado, entonces eso es muy dañino para una democracia y para una institucionalidad y es muy difícil de reparar e integrar después a esas personas, que se sientan parte de una comunidad, que vayan a votar, que participen, que cuiden las cosas porque en el fondo ellos han sentido que los abandonaron y tuvieron que arreglarse por su propia cuenta”, aseguró el jesuita.
Felipe Berríos añadió que si bien es necesario aplicar las leyes y hacer respetar el Estado de Derecho sin ambigüedades, “hay que saber cómo solucionamos los problemas de fondo”.
“En el caso de Estados Unidos estuvimos con el presidente Trump que no reconocía el problema del calentamiento global, pero por mucho que no lo reconozcas, el problema está, hay inundaciones o hay sequía y hay que enfrentar ese problema. Igual la inmigración es algo que ya está en el mundo globalizado y llegó para quedarse entonces uno no puede seguir negándola o amenazando, o militarizando la frontera y creyendo que con eso se va a terminar el problema”, aseguró.
El sacerdote cree que en Chile hay un profundo racismo, señalando que si el migrante “es caucásico, si es de origen europeo, lo llamamos extranjero y creemos que viene a aportar”, mientras que “si es latinoamericano, sobre todo si es pobre, lo vemos con sospecha”