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El oligarca intocable que lidera Forbes: privatizó la economía de Rusia, financia el museo Guggenheim y no recibe sanciones de la ONU por la guerra

Vladimir Potanin es un millonario con blindaje mundial. Potentado de la minería, gestor de la privatización de la economía de Rusia y socio de Bill Gates en campañas de caridad, la guerra de Ucrania no logra vulnerar su imagen.

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Vladimir Potanin acostumbra navegar en aguas revueltas desde mucho antes que la invasión a Ucrania pusiera a los superricos de Rusia en el foco del desprecio mundial, como si la oligarquía no fuera una poderosa cofradía de alcances transnacionales. El ranking de Forbes le reservó en los últimos tiempos al primer lugar de los empresarios más ricos de su país y el mundo, con una fortuna estimada en 245.000 millones de dólares.

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Sin embargo, el magnate ha esquivado los embates de Estados Unidos y la Unión Europea e, incluso, hace días se atrevió a criticar sutilmente a Vladimir Putin con una reflexión contundente: “Confiscar los activos de las empresas que han huido de Rusia tras la invasión de Ucrania destruiría la confianza de los inversores durante décadas y llevaría a Rusia de vuelta a los calamitosos días de la revolución bolchevique de 1917.

Entre inversiones diversas, Potanin es un potentado de la minería y preside MMC Norilsk Nickel PJSC, con casi 40% de la producción mundial de paladio y el 10% del níquel refinado, además de producir platino, cobalto, rodio, plata, oro, iridio, rutenio, selenio, telurio y azufre. Fue viceministro de Minería en el período de Boris Yeltsin, aunque se le reconoce fundamentalmente como gestor intelectual del programa privatizador de la economía rusa tras el derrumbe del sistema soviético.

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El temor de las economías nacionales ante su poder

Las razones por qué no ha sido sancionado, hasta ahora, responden a motivaciones políticas, económicas y geoestratégicas, según explica John Hyatt en Forbes: su poder asusta e inquieta a muchos políticos, y castigarlo puede acarrear serios problemas a las economías nacionales.

En todo caso, el jerarca de 61 años supo establecer alianzas mundiales y, por ejemplo, se le considera un mecenas cultural que solventa el Museo Guggenheim de Nueva York y es, incluso, el único millonario ruso que suscribió el “Giving Pledge” -creado por Bill Gates- cuyos socios prometen donar al menos la mitad de su riqueza a la caridad. Y con los tanques en las calles de Ucrania, hoy refrenda su discurso: “No deberíamos tratar de dar un portazo, sino esforzarnos por preservar la posición económica de Rusia en los mercados que dedicamos tanto tiempo a cultivar”, aconseja este viejo “lobo” de la estepa siberiana…

<b>“Confiscar los activos de las empresas que han huido de Rusia tras la invasión, destruiría la confianza de los inversores durante décadas”.</b>

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