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La pandemia aumentó el número de ludópatas problemáticos

Más opciones en la web aumentaron un mal que acá no es tratado como enfermedad, pese a postura de la OMS.

El cuarto estudio sobre conductas de juego y factores asociados -realizado por la Corporación de Juego Responsable, CJR, con trabajo de campo a cargo de la Universidad Andrés Bello, UNAB- mostró una realidad que, no por esperada, es menos preocupante.

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Debido a la pandemia de covid-19 y al encierro obligado de cerca de dos años, aumentó el número de jugadores patológicos, o ludópatas.

Y esas son personas, según la Organización Mundial de la Salud, OMS, que sufren de un trastorno similar al de adicciones como el tabaquismo, el alcoholismo y la drogadicción, patologías que en nuestro país son tratadas como enfermedades, lo que no ocurre con la ludopatía.

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“Fue aplicada una consulta en el Gran Santiago entre enero y marzo de este año a 1.008 personas mayores de 18 años. Y los resultados muestran que hay que dejar de preocuparse para pasar a ocuparse de este tema de forma responsable. Para ello es fundamental el desarrollo de políticas públicas que lo aborden desde el ámbito de la salud, lo que no pasa hasta hoy. De hecho, nunca hemos tenido la presencia del Minsal en las presentaciones de nuestros cuatro estudios, lo que muestra la nula importancia dada a la ludopatía por el Estado. Privados como nosotros estamos enfocados en esto, pero no podemos hacernos cargo de la totalidad de este problema que va creciendo. También hay que regular y fiscalizar más y mejor”, cuenta Mariela Huenchumilla, presidenta de la CJR.

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El tercer estudio de la CJR fue en 2018, y entonces los jugadores problemáticos eran el 2,2%. Ahora, esa cifra llegó al 8,3%. Además, los jugadores en riesgo pasaron de un 16,1% hace cuatro años a un 18% en la actualidad.

La mayoría de los jugadores patológicos corresponde a hombres, con el 70,4%. Y en 2018 esa cantidad era del 54,4%. Respecto de los tramos etarios, los ludópatas extremos se concentran entre los 18 y los 40 años.

Para el sociólogo Juan Carlos Oyanedel, docente de la UNAB y director del estudio, “el patrón de consumo del juego cambió, producto de la pandemia, y el tema por ello es más serio que antes. La ludopatía está mutando respecto de la edad de mayor incidencia y también sobre el tipo de juego. Ahora hay más riesgo en quienes juegan a través de medios digitales, lo que se vio favorecido por los encierros producto del coronavirus”.

El profesional agrega que el riesgo de lo que está pasando con los juegos online, “es que al estar la persona sola con una máquina en su casa se pierde la noción de compartir propia, por ejemplo, de un casino. Y por la ansiedad, el incremento de la sensación de control y la evidente adicción a la pantalla del computador, es más factible que el jugador se comprometa aún más con la actividad y pierda el autodominio”.

El muestreo también reflejó que los jugadores en riesgo presentaron puntajes más desfavorables en otras dimensiones sicosociales, como el consumo de alcohol y de drogas, el estrés, el bienestar subjetivo.

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Ángela Carmona, sicóloga de la Agrupación de Jugadores en Terapia, Ajuter, dice que este problema de salud mental no es tratado como tal en Chile “porque existe un gran lobby, en el que incluso ha habido políticos, para dejar este tema sin regulación. Es que son millonarias las ganancias, por eso siguen funcionando los casinos ilegales y las máquinas en los barrios, que afectan a los más vulnerables”.

A Ajuter llegan personas destruidas por el juego en todos los sentidos, principalmente en lo económico. Pero los daños familiar, laboral y social también son tremendos.

“Funcionamos hace 14 años y desde la propia experiencia mostramos que aunque esta es una enfermedad grave, no reconocida como tal por Chile, se puede salir adelante, Lo primero es admitir que se tiene un problema para que empiece a operar nuestra red de apoyo, presente a lo largo del país. Pero el Estado debe reconocer que la ludopatía es una enfermedad instalada en el país, pues a partir de ahí será posible acceder a tratamientos hoy inalcanzables por su alto costo. Y tan importante como eso es que se empezará a prevenir y educar”, concluye la sicóloga.

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