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“Toda nuestra historia terminó en un segundo”: pareja de carabinero asesinado relata cómo fue su historia de amor

Stephanie Soto contó su historia de amor con David Florido. “Me dijo que después de 17 años se había vuelto a enamorar”

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Stephanie Soto, la pareja del cabo segundo de Carabineros David Florido, quien fue asesinado el pasado viernes en Pedro Aguirre Cerda, relató cómo fue su historia de amor.

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En conversación con Las Últimas Noticias, contó que hace poco menos de dos años se conocieron de casualidad en un cumpleaños.

“Fue la primera vez que lo vi. Me fulminó con su mirada. Sus ojos eran lo único que podía ver de él, pero con eso me bastó. Me encantó al tiro. No sé cómo explicarlo”, confesó.

Una amiga le contó quien era, indicándole que era un carabinero de la Tenencia de Pedro Aguirre Cerda. Y esa misma cercana, la invitó al día siguiente a su cumpleaños, en donde ella se reencontró con Florido.

“A partir de ahí fue todo muy rápido”, señaló Soto. “Conversamos harto. Le dije que me había caído bien y él me dijo que le gustaría que saliéramos los dos solos. Yo vivía con mis papás y mi hijo de 10 años a una cuadra de la tenencia donde trabajaba David. Desde entonces hablábamos todos los días. Todos. Él me iba a ver después de su turno o a veces yo lo iba a ver a la tenencia”, expresó.

“Un día me invitó a salir y me dio el primer beso. Un mes después de conocernos ya estábamos pololeando. Todo era muy intenso. Al poco tiempo después de estar juntos, me dijo que después de 17 años se había vuelto a enamorar. Quería que lo supiera, que lo que sentía era muy fuerte. Y yo sentía lo mismo. Yo venía saliendo de una muy mala relación y él de un matrimonio que no resultó y de pronto sentimos esto juntos. Fue muy bonito”, manifestó.

“Después del yo te amo y tú me amas, el próximo paso fue ‘tengamos un hijo’. Pero al tiro. El sentimiento era tan poderoso, tan intenso, que no dudamos de nada”, indicó.

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Al respecto, afirmó que “cuando tenía dos meses de embarazo, me dijo que nos fuéramos vivir juntos. Encontramos una casa en Pedro Aguirre Cerda, cerca de su trabajo. Fue una decisión importante irnos a vivir juntos porque mi hijo no se lleva muy bien con su padre y David lo quiso como un padre, y mi hijo, de hecho, lo llamaba padre. El tiempo que estuvieron juntos le enseñó muchas cosas, lo hizo madurar mucho”.

Tras el nacimiento de Nicole, señaló que “David estaba fascinado. No había faltado a ningún control, siempre estuvo presente en mi embarazo”. Además, contó que “después del nacimiento, dijo que quería tener otro hijo. Quería buscar el niño”.

De igual manera, relató que él había comenzado el proceso de divorcio para que pudieran comprometerse, y que también había postulado a la Escuela de Suboficiales. “En septiembre daba los exámenes”, agregó.

El recuerdo del último día

Sobre los recuerdos del pasado 10 de junio, Soto piensa en cada gesto del carabinero como una premonitoria despedida.

“David usualmente se despertaba, se bañaba y se vestía súper rápido para ir al trabajo. Pero esa mañana se detuvo a mitad de camino para darme un abrazo muy apretado. Te amo, me dijo. Yo también te amo, le dije de vuelta. Luego, en la tarde, fue a buscar su almuerzo y esa fue la última vez que lo vi”, relató.

“Yo estaba en el supermercado cuando supe que algo raro había pasado. Primero me llamó mi mamá para preguntarme el nombre completo de David. Se lo di, pero después lo encontré súper raro. Después me llamaron mis hermanas. ¿Estás con David?, me preguntaron. No, está trabajando, decía yo. Después me llamaron la mamá de David y luego sus hermanos. Yo ya estaba desesperada cuando al final me llamó una ex compañera de colegio que está casada con un carabinero. Fue ella la que me dijo lo que había ocurrido. Que David había recibido un balazo en la cabeza y que estaba en el Hospital Barros Luco”, afirmó.

Tras enterarse de lo ocurrido, Soto señaló que “me volví loca”. “Entré a una sala donde estaban todos sus compañeros. Uno de ellos me dijo que David había muerto. Enloquecí. Entré en la sala donde estaba, todo ensangrentado y muerto. Lloré, grité, pataleé. Mal, mal, mal. Se me nubló todo. No se puede describir tanto dolor”, indicó.

“Todos los planes, todos los sueños, toda nuestra historia terminó en un segundo”, expresó.

“Pienso en su última noche, en su último procedimiento, cuando le dijeron a David que debía ir a una barbería donde había hombres armados con pistolas automáticas. Los mandaron solos y David seguramente no dudó, porque siempre iba a todas. Pero no debió haber ido a ese lugar en esas condiciones”, concluyó.

Cabe mencionar que el cabo segundo David Florida tenía 33 años y dos hijas: una de 6 años y una de seis meses.

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