Felipe Berríos (65) habló por primera vez de las denuncias que lo mantienen suspendido de sus funciones como sacerdote y alejado de La Chimba, lugar donde vivía antes de que se abriera una investigación previa canónica por “actos de significación sexual” en su contra y que abandonó hace cuatro meses y medio.
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En entrevista con La Tercera, aseguró estar a la espera de la decisión del Vaticano y apuntó a que detrás de la acusación en su contra hay una estrategia comunicacional impulsada por el abogado Juan Pablo Hermosilla. “Esto es un juicio mediático y mediáticamente estoy marcado”, dijo.
Fue el 1 de mayo que el provincial de la Compañía de Jesús, Gabriel Roblero, le comunicó a Berrios que habían recibido una denuncia en su contra por hechos de connotación sexual y que habían decidido abrir una investigación canónica por lo mismo.
Cuando se enteró, el sacerdote aseguró que “mi reacción fue la de cualquier persona a la que acusan de algo que no ha hecho: incredulidad, desazón, rabia. Me gustaría decirle otra cosa, pero no le puedo mentir. Me he acordado de tantas personas que he conocido en mi vida sacerdotal y a las que he tratado de apoyar producto de las situaciones de injusticia que les ha tocado vivir. Ha sido duro”.
Respecto a su posibilidad de defensa, opinó que “en el caso de una acusación canónica, yo prefiero la justicia abierta de todos los chilenos donde poder defenderme. Esa sensación de injusticia, de tener una jurisprudencia distinta a la de todos los chilenos es lo que más duele”.
Berrios afirmó que conocía solo a una de las cuatro denunciantes. “Hace unos 25 años conocí y acompañé a padres y madres que perdieron a sus hijos en un terrible accidente. Entre ellos estaban los abuelos de una denunciante. Las veces que teníamos misas y aniversarios se juntaban muchos familiares y siempre había un grupo de niños dando vueltas. Entre ellos estaba la denunciante, que entonces tendría unos siete años”.
Sobre la existencia de varias denunciantes que testificaron en su contra, el jesuita fue enfático al afirmar una campaña en su contra. “Más allá de lo publicado en uno u otro medio, lo indesmentible es que acá se montó una estrategia comunicacional. Le recuerdo que la propia abogada investigadora contratada por la Compañía de Jesús salió a desmentir varias de esas publicaciones”.
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“Acá hay un modus operandi muy claro de la Fundación para la Confianza, que se presta para un show mediático a través de su abogado, el señor (Juan Pablo) Hermosilla (...) la fundación filtra información a la prensa y protagoniza reportajes incluso en televisión. Y acá quiero ser muy claro: la Fundación para la Confianza lleva adelante una causa loable y necesaria para contribuir a que no haya abuso infantil en Chile, causa que comparto en un mil por ciento. Sin embargo, es evidente que en el último tiempo sus prácticas y estándares no han sido los adecuados”, profundizó.
A su vez, aseguró estar afectado por “el trato desigual” provocado por la “justicia paralela a la justicia de todos los chilenos, que prescinde de la justicia ordinaria”.
“El comunicado de prensa en que la Compañía de Jesús informó el fin de la investigación previa, porque eso fue, una investigación previa, no final. En ese comunicado la Compañía no habla de ‘víctimas’ ni de ‘compensaciones’, como sí lo hizo en otros casos. Pero, claro, nadie se ha molestado en reparar en eso ni ninguna autoridad jesuita lo ha destacado, porque acá todo es silencio, secreto, tomar distancia”, dijo.
“¿Con qué se queda la gente? Con la parte del comunicado en la que se habla de ‘verosimilitud’ de los hechos, de ‘actos de significación sexual’ y de las ‘siete’ denunciantes. Con esas tres afirmaciones sepultaron cualquier presunción de inocencia, lo que no es aceptable. ¿Por qué la Compañía no explicó claramente que un hecho sea verosímil no significa que eso haya ocurrido? Necesitaríamos cientos de cárceles para poder meter a gente presa por cuestiones creíbles. Tampoco entiendo por qué la Compañía no explicó qué entienden por lo que ellos denominan ‘actos de significación sexual’, cuando, durante la investigación, se nos dijo en cambio que se trataba de ‘actos impropios’”, manifestó.
Respecto a las cautelares que, en su opinión, le impusieron como “condena”, como abandonar La Chimba, declaró estar “muy triste”, y espera que el provincial “levante a la brevedad esa cautelar, pues no hay motivo para mantenerla. Colaboré ampliamente en la investigación y ya presté declaración. Tengo un trabajo en La Chimba y muchos pobladores me han manifestado que me necesitan de vuelta, así es que espero volver pronto”.
Por último, señaló que su vocación es “jugármela por el Evangelio de Jesús, identificarme con quienes Él se identificó. Es lo que he tratado de hacer toda mi vida y lo que seguiré haciendo”, por lo que no ha pensado renunciar al sacerdocio.