La primera causa de muerte a nivel mundial es la enfermedad cardiovascular. La población no acostumbra a conversar sobre ella; el ataque al corazón no suele ser mencionado contantemente por hombres ni mujeres.
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Durante un simposio sobre Insuficiencia Cardíaca, la cardióloga Carolyn Lam, 48 años, proveniente de Singapur, aseveró que gran parte de las personas no optan por “chequear su tensión o su nivel de azúcar en sangre, variables que pueden influir en el riesgo cardiovascular” completamente.
“El desconocimiento de estas dolencias, sobre todo entre las mujeres” hace que “ni siquiera identifiquen con precisión y agilidad los síntomas de un infarto, en ocasiones distintos a los hombres”.
Mujeres con más riesgo de ataque al corazón
La experta reiteró que el sexo femenino resulta más vulnerable a un ataque al corazón. “Aparte del dolor en el pecho, que pueden tenerlo o no, las mujeres también sufren dolor en el cuello u opresión en la mandíbula”, describió.
“Una de cada tres mujeres muere por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, y también uno de cada tres hombres. Es la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres, pero seguimos ignorándolas a ellas y eso debe cambiar”.
Declaró que las mujeres luego de la menopausia se pueden ver más afectadas. “Así que, si solo miramos a las mujeres y los hombres más jóvenes, tenemos una idea equivocada. Hemos aprendido, pero a partir de asunciones”, aclaró.
“Me gustaría que los médicos recordaran que las mujeres pueden tener enfermedades cardíacas y tener síntomas diferentes”.
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Responsabilidad del médico
Conforme a la responsabilidad del médico, opinó: “Creo que todos somos responsables. Me gustaría que los médicos recordaran que las mujeres pueden tener enfermedades cardíacas y tener síntomas diferentes, pero las pacientes también tienen que sentir que tienen derecho a tener una enfermedad cardíaca y ayudar al médico a entender que esto es grave”, manejar en conjunto la situación.
“Esto empieza desde joven: crecí con mi madre, que es médica, siempre persiguiendo a mi padre para controlar su colesterol, la presión sanguínea. Pero nunca se la revisaba ella. Nosotras cuidamos de todo e imaginamos que estamos protegidas, pero somos igual de vulnerables”.