Si el atletismo mundial instaló en el podio histórico a la “trinidad celestial” conformada por Jesse Owens, Carl Lewis y Usain Bolt, el nombre de James Ray (Jim) Hines figura en un estándar paralelo por ser el primer velocista en romper la barrera de los 10 segundos para los cien metros planos.
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Recientemente fallecido a los 76 años, Hines fue figura estelar en los Juegos Olímpicos de México al establecer el récord de los 9,95 segundos y obtuvo la plusmarca que se mantuvo por 15 años y lo lanzó al Salón de la Fama, revelando de paso los azares de su vida intensa y no exenta de contradicciones.
En rigor, el velocista de Arkansas que de niño había intentado lucir en el bésbol y luego del oro derivó al fútbol americano, había bajado ya de los 10″ unos meses antes, en junio de 1968 en Sacramento, cuando se le cronometraron 9,9″ manuales.
Los expertos aseguran que en México 68 el astro aprovechó las condiciones ambientales perfectas: pista sintética por primera vez en unos JJ.OO.; 2.248 m. de altitud y menos presión del aire, 0,3 m/seg. de viento a favor, y un cronómetro eléctrico que se detuvo en 9,90″ y luego se corrigió a 9,95″.
Como rasgo propio de su personalidad, Jim solía contrariar a quienes lo hicieron ídolo de la época. Tras los Juegos, eligió el mejor dinero del fútbol americano, donde fue profesional de la NFL en Miami Dolphins y Kansas City Chiefs aunque terminó rankeado como uno de los peores jugadores, y más tarde se convirtió en operario de plataformas petrolíferas en Houston.
Un campeón sin secretos
“Si no corres con ese sentimiento de ser el mejor, sea verdad o mentira, nunca ganarás. Tienes que creer en ti”, aseguró Hines sobre su minuto supremo de gloria en una entrevista para L’Equipe cuando ya superaba los 50 años y podía contar secretos sin pensar en su imagen.
Allí además confesó que la noche previa a la carrera escapó del hotel, se fue con una botella de champán al alojamiento de su mujer, donde compartió con ella y brindó para celebrar su victoria hasta la madrugada, antes de conseguirla. “Sabía que el día siguiente sería el más grande de mi vida. Yo fui el Muhammad Alí de las pistas. Enloquecía a mis rivales. Fanfarrón, les provocaba. Les insultaba en los tacos de salida”, expresó a la revista francesa.
Asimismo, Hines se opuso al boicot de los atletas negros norteamericanos a los JJ.OO. de México tras el asesinato de Martin Luther King y tampoco aprobó el legendario gesto de Black Power. “Que levantaran el puño enguantado en negro durante el himno fue una sorpresa. Si hubiéramos votado los 44 atletas negros, yo habría dicho que no. Eso ensombreció mi coronación como hombre más rápido del planeta y cuando volvimos a EE.UU. nadie quiso contratarnos”, reveló sin remordimientos el atleta más veloz -y acaso polémico- del mundo…
<b>“Esa noche, en los Juegos Olímpicos de México, sabía que el siguiente sería el día más grande de mi vida. Yo fui el Muhammad Alí de las pistas. Enloquecía a mis rivales. Fanfarrón, les provocaba. Les insultaba en los tacos de salida...”</b>