El decrecimiento del nivel de agua del lago salado Salton Sea, ubicado en el sur de California, podría explicar por qué la falla de San Andrés no ha provocado todavía el devastador terremoto que los sismólogos han pronosticado durante años —el llamado Big One—, indicó una investigación publicada en la revista Nature.
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La falla de San Andrés, una de las más grandes del mundo, con 800 millas (1,300 km) de longitud, delimita la placa de Norte América de la placa del Pacífico y tiene tres secciones.
Años sin actividad sísmica
La meridional, entre Salton Sea y la pequeña localidad californiana de Parkfield, lleva más de 300 años sin actividad sísmica, algo que no es bueno, según indican los científicos, quienes aseguran que cuando la energía acumulada sea liberada, podría tener consecuencias catastróficas para las grandes ciudades de la zona, como Los Ángeles.
“Esta falla supone el mayor peligro sísmico de toda California. El sur de la falla de San Andrés es una sección bloqueada, y cuando esta falla se rompa causaría daños significativos en el área metropolitana de Los Ángeles”, aseguró Ryley Hill, autor principal del estudio y estudiante de doctorado en la Universidad Estatal de San Diego, citado por el diario The Washington Post.
De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), existe 60% de probabilidades de que un terremoto de magnitud 6.7 sacuda Los Ángeles en los próximos 30 años.
Tras recopilar datos de las rocas cercanas a la falla, Hill y sus colegas descubrieron que los terremotos se producían aproximadamente cada 180 años —con un margen de error de 40 años— en esa zona, y coincidían con los altos niveles de agua del antiguo lago Cahuilla, ubicado en las cercanías.
Hill se preguntó que “si terremotos previos en la zona ocurrieron cada 180 años —con un margen de error de 40 años—, ¿por qué no ha ocurrido uno en 300?”. La interrogante, según el investigador, “hizo que muchos científicos se rascaran la cabeza durante muchos años. Entender la historia de esta falla y qué ha causado rupturas en el pasado nos ayuda a entender qué podría pasar en el futuro”.
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Nivel del agua
Para entender cómo el nivel del agua ha afectado el comportamiento de la falla, los científicos decidieron crear un modelo de computadora que analizó cómo el peso del agua del lago Cahuilla provocó que el terreno en el fondo se doblara, lo que desconectó las placas de manera que no se tocaran. Esa misma agua se filtró en los espacios vacíos, lo que incrementó la presión dentro de la falla y separó aún más las placas.
Götz Bokelmann, geólogo de la Universidad de Viena, y quien no estuvo vinculado al estudio, consideró “sorprendente” la relación entre el nivel del agua del lago y las probabilidades de un terremoto. El hallazgo, de probarse, “va a ser muy importante”, afirmó.
Aunque otros estudios sobre el comportamiento de la región han llegado a conclusiones diferentes, el mecanismo explicado en el estudio es “muy probable”, dijo Bokelmann. Investigaciones anteriores habían concluido que los efectos del lago Cahuilla no eran tan significativos y que otras fallas dentro del Salton Sea habían contribuido a las presiones en la zona.
Las probabilidades de que el Salton Sea llene el lago Cahuilla son efectivamente inexistentes. El lago Cahuilla fue en su momento 32 veces más grandes que el Salton Sea actual y se alimentaba además del río Colorado, que hoy ha sido impactado por la sequía. Esa, según los científicos, es una buena noticia.
Sin embargo, la mala noticia es que Hill y el equipo que realizó el estudio determinaron que no es solamente el volumen del agua lo que aumenta la presión sobre las placas, sino también la velocidad en que el lago puede ser rellenado. Ese hecho –consideraron– podría ser un problema debido a los planes de restaurar y potencialmente rellenar el Salton Sea, que también ha sido afectado por el cambio climático.