La muerte del profesor y filósofo italiano Nuccio Ordine –hace pocos días, por un derrame cerebral-, sobrevino apenas un mes después que le distinguieran con el Premio Principe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023, y la academia sintió su partida como un golpe doloroso al corazón de la cultura europea. Tenía 64 años, había nacido al sur de Italia, en Diamante, un pueblo costero sin librerías donde recibió la mayor influencia de una profesora que prestaba el living de su casa para dictar clases y que inculcaba la lectura como una religión intransable.
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Los eruditos asimilan su figura a la Albert Camus, quien recordó a su maestra apenas recibió el Nobel de Literatura. El jurado del preciado premio de Asturias lo distinguió por “su defensa de las humanidades y su compromiso con la educación y los valores enraizados en el pensamiento europeo más universal”. Fue autor de “La utilidad de lo inútil”, “Clásicos para la vida”y “Los hombres no son islas”, y se le sindica como uno de los grandes intelectuales europeos que “encarna la lucha por recuperar las humanidades y devolver el espíritu crítico a la sociedad”.
Ordine, en rigor, era tajante en sus convicciones y proverbialmente crítico, al punto que en una entrevista posterior a la distinción sostuvo que “se hace creer a los jóvenes que estudian para convertirse en profesionales. Es una idea miserable de la educación. La enseñanza es hacer comprender a las personas los grandes valores que rigen la vida, como el amor a la Justicia y la democracia. Son asuntos cruciales, como la lucha contra las desigualdades”.
Un genio contra los falsos valores de la sociedad
Personaje carismático, al maestro de Literatura en la U de Calabria se le llamó “un rockstar del pensamiento”, especialmente por su intensidad en conceptos trascendentales. “Toda la cadena de la enseñanza se ha puesto al servicio del llamado crecimiento económico, de las exigencias del mercado y de las empresas. Se hace creer a los jóvenes que es necesario estudiar para aprender un oficio y que el éxito se mide por la cuenta bancaria”, expresó en varios seminarios. Y siempre iba más lejos: “Los profesores no pueden ser managers ni promotores de negocios. Las escuelas y las universidades no pueden ser empresas que venden diplomas. Los estudiantes no pueden ser clientes”, también proclamaba, convencido de que “tenemos que criticar los falsos valores de nuestra sociedad”.
A menudo irreverente desde el conocimiento y la experiencia, también arremetió contra la anestesia de las redes sociales. “Para mí, no tiene ningún tipo de sentido la profesión de influencer. ¿Qué son los influencers? Los influencers son unos ignorantes que lo único que proponen son lugares comunes y eso es muy peligroso”, postuló.
Eterno cuestionador del sistema y sus trampas, le angustiaba el desamparo de los estudiantes: “¿Cómo pueden tener juicio alumnos que no tienen cultura? Por esto la escuela es relevante. Hoy no existe un pensamiento crítico y las universidades deberían encargarse de eso, pero sólo desean formar consumidores. Insisto en la misión de los profesores y su trabajo silencioso, porque cambian la vida de los estudiantes: eso repercute en la sociedad y que pueda conocer de nuevo la dignidad”, advirtió. “Hoy estas figuras son despreciadas. Los colegios y los centros universitarios deben ser lugares para desintoxicar a los estudiantes, que consideran las pantallas indispensables para vivir en este mundo. Y eso es una mentira”, aseguraba Nuccio Ordine, el profesor que nos legó tantas lecciones sobre el valor de la educación en la vida...
<b>“La escuela es un espejo de un mundo que piensa que hacer dinero es lo más importante de la vida”.</b>
— Nuccio Ordine