Cuando Demi Moore se rapó en 1997 para protagonizar “G.I. Jane” (La Recluta) encarnando a una mujer que luchaba por ser oficial en un mundo militar proverbialmente masculino, no muchos apostaron porque aquella ficción de cine tendría un reflejo real casi 26 años después en el propio Estados Unidos. Aunque falte un trámite legislativo clave para su nombramiento, la almirante Lisa Marie Franchetti ya recibió las felicitaciones de todo el mundo luego de ser designada jefa de Operaciones Navales e integrante del Estado Mayor Conjunto por el presidente Joe Biden, convirtiéndose en la primera mujer al mando de la Armada en 247 años de historia.
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De 59 años y nacida en Rochester (Nueva York), Franchetti se graduó en Periodismo en la Universidad Northwestern; hizo un máster en gestión de organizaciones en la U. de Phoenix y se formó en la Escuela Superior de Guerra. Desde el 85, cumplió destinaciones tan relevantes como ser comandante de la 6ª Flota, de las Fuerzas Navales de Corea y de las Fuerzas Navales de Ataque y Apoyo de la OTAN; jefa de personal de estrategia y política del Estado Mayor Conjunto.
Tenaz, sensata y experimentada
Esquiva de las declaraciones en la prensa, en un perfil publicado en 2015 reconoció un anhelo personal: quiso ser corresponsal en el Medio Oriente, pero un encuentro con oficiales de la Armada cambió sus planes. En ese mismo plano personal, sus compañeros de armas la definieron al Washington Post como “una persona sensata, inteligente y tranquila”.
“A lo largo de su carrera, ha demostrado una amplia experiencia tanto en el ámbito operativo como en el de políticas. Fue la segunda mujer en alcanzar el rango de almirante de 4 estrellas en la Marina de Estados Unidos y ahora volverá a hacer historia”, aseguró Joe Biden, convencido que el Senado refrendará su designación.
Sus cercanos reconocen a la almirante por ser “tenaz y experimentada” y la alaban especialmente por su labor en terreno como cuando, por ejemplo, fue comandante de un destructor naval.
Sin embargo, luego de 38 años de servicio, Franchetti comentó en varias ocasiones los retos adicionales que enfrentan las mujeres de armas: cuando fue nombrada oficial, las compañeras que se integraban a la flota como oficiales de guerra servían en los buques auxiliares, que transportaban carga, combustible y municiones o reparaban buques y submarinos. Y, en rigor, recién en 1994 ganaron su mayor batalla: al fin fueron destinadas a naves de combate y pudieron luchar por su espacio en igualdad de condiciones…
