Un juez del País Vasco (España) concedió autorización a un reo para que pudiera tener contacto con su perro por última vez, accediendo así a su petición tras enterarse que iba a ser sacrificado debido a su avanzada edad.
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El magistrado tomó la decisión tras consultarlo con el psicólogo de la prisión. Después de varias gestiones accedió a autorizar el encuentro “vis a vis” (cara a cara), sin embargo, estableció una serie de condiciones para su concreción.
En primer lugar, dispuso que el perro estuviera acompañado por un familiar del reo y que fuera debidamente evaluado por médicos veterinarios para acreditar su mal estado de salud.
Además, ordenó que el animal asistiera con correa y bozal a la sala de reunión, y que su dueño limpiara sus fecas en caso de ser necesario.
Según informó el diario ABC de España, algunos miembros de la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones (APFP) mostraron sus disconformidad con la decisión del juez, por estimar que en “las cárceles ya suele haber una situación bastante complicada como para tener que estar pendiente de perros”.