Además de incontables distinciones artísticas, Michael Gambon logró el respeto y la admiración de la industria del cine y el teatro al cabo de una trayectoria tan extensa como prolífica que le permitió actuar hasta hace tres años, cuando se despidió de la pantalla en “Judy”.
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A los 82, su muerte en Londres impactó ayer a distintas generaciones que le conocieron como un personaje proverbialmente versátil en sus interpretaciones, desde Otelo a Winston Churchill y, sin descontar la entrañable personificación que le dio fama entre niños y jóvenes: el carismático profesor y mago Albus Dumbledore en la adaptación cinematográfica de la saga de Harry Potter, todo un símbolo de sabiduría para los millones de seguidores de la serie y del propio niño protagonista.
El sello del brujo Dumbledore lo inmortalizó, pero el Gran Gambon –su apodo-- desbordó aquel simple papel consagratorio. Asumió el rol como director de Hogwarts desde la cinta Harry Potter y el Prisionero de Azkban, luego que su antecesor Richard Harris muriera en 2002.
El irlandés había dejado la escuela a los 15 años para ser aprendiz de ingeniero y después como tramoyista accedió al escenario de sus primeras apariciones teatrales, abriéndose camino inspirado por estrellas como Marlon Brando y James Dean. Más tarde, se graduó en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres y al alero de la compañía Unity Theatre llamó la atención del genial Laurence Olivier.
Así, antes de saltar al cine ya había actuado en obras de dramaturgos tan relevantes como Samuel Beckett, Bertolt Brecht o Alan Ayckbourn, quien lo definió como “una máquina maravillosa, sin límites, como un Lamborghini”. Pese a los premios y halagos, Michael se sostenía en la humildad y la discreción, convencido de que –según confesó- se consideraba más parecido a un administrador de grandes almacenes. “Sólo trabajo duro e intento mantener mi boca cerrada”, dijo en una entrevista con The Observer.
Entre sus diversos personajes destacan reyes de Inglaterra -Eduardo VII en El Príncipe Perdido y Jorge V en El Discurso del Rey, ganadora del Oscar-; Winston Churchill en El Secreto de Churchill y el presidente de EE.UU. Lyndon B. Johnson en Camino a la Guerra. Y, también, el ejecutivo de una tabacalera en El Dilema, de Michael Mann. “Papeles de lo más variados fueron otra prueba de su talento”, asegura la revista Variety.
Sir Gambon, condenado al olvido y al retiro
Fundamentalmente con un trabajo actoral sobresaliente, Gambon se consagró como el nuevo Albus Dumbledore, interpretando al hechicero durante seis películas y casi una década, hasta convertirlo en su papel icónico.
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En rigor, su brillante carrera no pudo salvar el paso del tiempo ni la condena del Alzheimer. En 2015 abandonó el teatro, porque la pérdida de memoria le impedía recordar los parlamentos de sus personajes. Angustiado revelaría a Sunday Times que “es horrible de admitir, pero no puedo hacerlo y me rompe el corazón”. Aún así, en las notas de prensa agradecía siempre la trascendencia que le dio ser un mago fantástico: “Esto lo atesoraré como un recuerdo feliz. Interpretar a este personaje durante tanto tiempo y que el mundo lo ame. Nunca olvidas eso”.
La Reina Isabel lo nombró Caballero de la Corona en 1998 por su aporte al arte y la cultura del Reino Unido, aunque sus biógrafos a menudo enfatizan con más afecto su carácter divertido y tremenda calidad humana. Por ejemplo, durante años convenció a sus cercanos de que era amigo de Robert de Niro, luciendo una foto con dedicatoria que él mismo había firmado antes de conocer al astro, quien lo dirigió en El Buen Pastor y con quien después realmente lograron entablar una amistad. Al fin, pese a la traición de su memoria, perseveró en cine y TV hasta 2019 y su adiós definitivo deja de legado una estela de premios, aplausos y reconocimiento transversal...
“Esto lo atesoraré como un recuerdo feliz.Interpretar a este personajes durante tanto tiempo y que el mundo lo ame.Nunca olvidas todo eso”.
<b>Michael Gambon</b>