No hay por qué llegar al límite mental o emocional para recurrir a ayuda profesional. Hay señales que el cuerpo y las situaciones del diario vivir indican que existe un deterioro en nuestra salud mental que debe ser atendido.
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“Ojalá más gente llegara a terapia en las primeras etapas y no en medio de una crisis (para atender su salud mental)”, expresó la sicóloga clínica Veroshk Williams. En esas primeras etapas, las señales o experiencias a las que nos sometemos pueden ser fácilmente reconocidas, si somos proactivos en el cuidado de la mente y las emociones, señaló Williams.
En esencia, de eso se trata procurar la salud mental. Más allá que ocuparse de tener una mente ágil, la persona debe ser capaz de procesar los desafíos que trae la vida y recuperarse de la mejor manera posible. Williams sostuvo que, para lograrlo, es necesario cuidar los aspectos biofisiológicos, afectivos y sociales.
La especialista mencionó que, entre las banderas más comunes que alertan algún deterioro emocional, están la pérdida de sueño, el estrés, alguna afección física, los duelos e, incluso, los cambios extremos en el ambiente. Una persona que no descansa lo suficiente, se expone a agotamiento físico y mental, le falta concentración y puede sentirse incapaz de tomar decisiones correctas. Hay quienes no se sienten contentos o disfrutando como antes cuando están en actividades sociales, muestran desgano para realizar sus tareas cotidianas, su pensamiento está acelerado, o presentan ideas recurrentes.
Esas expresiones como “no tengo tiempo ni para respirar” a causa de las muchas responsabilidades y la vida ajetreada generan un estrés que pone al cuerpo y a las emociones en un alerta que inevitablemente deteriorará la salud mental, indicó la directora de Reset Wellness Clinic. Asimismo, sostuvo que el 99.9% de las personas minimiza las experiencias de duelo, que pueden consistir en situaciones tan diferentes como cambios de trabajo, terminar una relación importante, mudarse o la pérdida física de un ser amado. Además, una condición de salud, indicó, siempre tendrá su impacto en las emociones.
En el caso de Puerto Rico, Williams afirmó que hay otro factor que tiene consecuencias en el cuerpo, la mente y, como consecuencia, las emociones. Se trata de los cambios extremos en las temperaturas y los polvos del Sahara. Señaló que se ha demostrado que estas alternaciones ambientales no solo generan una reacción física. Los problemas respiratorios o la deshidratación desencadenan reacciones de incomodidad, desconcentración e irritabilidad. La socialización también se afecta, pues muchas personas evitan salir para no exponerse al calor excesivo, mencionó.
“El deterioro de la salud mental no empieza por síntomas, sino por comportamientos o experimentaciones que van en contra de la salud mental. Entonces, entramos en la otra etapa, que es cuando empezamos a tener quejas. La queja es cuando la conciencia percibe que existe un deterioro”, dijo la sicóloga. En general, cualquier queja que manifieste una persona tiene un componente de deterioro de la salud mental.
“Hay que atenderla como parte de un estilo de vida. Eso lo que hace es que nuestra resiliencia está más a nuestro favor. Cuando venga lo inevitable de la vida, nos va a tumbar, pero no nos va a llevar al piso. El cerebro se acostumbra a ese estilo de vida para producir esa protección. El cerebro trabaja a favor de nosotros, si le damos esas herramientas” aseguró.