La misteriosa muerte reciente del exfutbolista del Crystal Palace que dedicó los últimos de sus 34 años de vida a ser actor de cine porno aún se encuentra bajo investigación de la justicia británica, cuando ahora se acentúa el enigma con el fallecimiento de su novia, Sophie Anderson, también estrella de las películas para adultos. Sólo pasaron dos semanas entre ambos decesos, lo que hace más indescifrable el caso de una pareja reconocida en los circuitos de las películas triple X.
PUBLICIDAD
La actriz había quedado “devastada” por la muerte de su pareja, el excrack del fútbol inglés Oliver Spedding. Así lo expresó a la prensa londinense su amiga y excompañera de filmaciones, Rebeca Moore. Hasta ahora se desconocen las causas de su muerte, aunque la mujer se encontraba en un estado de depresión. “Ella tenía un alma alegre; era una persona divertida y de buen corazón, pero quedó muy afectada tras el fallecimiento de su novio”, detalló Moore.
La misma compañera de actuación reveló que en abril del año pasado, Sophie se enfrentó a un grave problema de salud después de que uno de sus implantes mamarios “se infectara y explotara”, obligándole a una larga recuperación.
Tras jugar profesionalmente por el Crystal Palace, Oliver que se había convertido en un reconocido actor de películas porno y en ese ambiente conoció a su novia, entonces una popular actriz e influencer.
Unidos hasta la muerte
La muerte del exjugador -quien ocupó el seudónimo de Damián Oliver ante las cámaras-, fue repentina y a dos semanas del deceso aún no se hace público el resultado de la autopsia, pero había impactado en Gran Bretaña por tratarse de una figura que, en el último tiempo, se mostraba arrepentido de haber escogido el oficio del cine para adultos.
En una entrevista con el podcast “Anything Goes” de James English, reconoció hace un tiempo que “yo era bueno en el fútbol y en la lucha, pero pensé que sería igual de bueno ser una estrella prono”. Y en otra nota de prensa, Spedding reveló que obtuvo 170 euros por su primera y traumática filmación: “Fue aterrador. El camarógrafo era un irlandés grande y calvo que daba bastante miedo y yo estaba desnudo, sudando. Resbalaba en el sofá por culpa de mi propio sudor. Fue en desastre”, contó.
Oliver y Sophie Anderson, que dejan dos hijas pequeñas -Isabella y Olivia- convivían hace cinco años y ahora se investiga el extraño deceso de la pareja con pocos días de diferencia.