Como un Lego. Así es el microscopio basado en impresión 3D y que fue diseñado y fabricado para impulsar el desarrollo de la microscopía en estudiantes.
PUBLICIDAD
La herramienta fue co-diseñada y fabricada por Tomás Hermosilla, graduado de Biotecnología, y por el Dr. Jaime Andrés Rivas Pardo, miembros del Laboratorio de Genómica Microbiana del Centro de Genómica y Bioinformática (CGB) de la Universidad Mayor.
La idea era hacer un microscopio desarmable, portátil y de bajo costo. Así nació Micron, hecho con un perfil de aluminio y una serie de piezas de plástico. No tiene oculares, pero sí un pequeño objetivo montado arriba de un sensor que se conecta a través de un cable USB a una pantalla, ya sea del celular, tablet o computador, permitiendo documentar las muestras visualizadas.
Mide sólo 30 centímetros, el estándar de una caja de zapatos, lo que facilita su traslado. Además, la mayoría de sus piezas pueden ser actualizadas y sustituidas en caso de fallas.
Existe la versión mini y XL, las que están pensadas para propósitos algo distintos–que llegan a funcionar de manera autónoma con un set de baterías–, pero siempre con la idea de ser un microscopio de buena resolución y barato.
“Mi inquietud por el diseño de estos microscopios basados en impresión 3D partió por un accidente. Durante la pandemia muchos estudiantes de mis cursos de Biología Celular no tenían acceso a microscopios, por lo que, en un intento por aportar con su entrenamiento, les enviamos por correo FoldScopes -microscopios origami- y realizamos talleres online, intentando familiarizarlos con el ‘micro-cosmos’”, cuenta el Dr. Rivas.
Paralelamente, y con la normalización de actividades en 2022, expandieron los talleres a colegios de comunas próximas a la Universidad, donde estos microscopios de papel fueron la clave.
PUBLICIDAD
“No obstante, era usar una tecnología que no nos pertenecía y que no nos permitía complejizarla mucho más. Me gustaba la idea de que los estudiantes se volvieran protagonistas del aprendizaje, ya que debían montar su propio microscopio y sus muestras. Inspirada en esta idea, comenzamos con el desarrollo de Micron”, agrega.
“Además, tenía la intención de que los talleres se convirtieran lo más próximo a una experiencia STEM, donde se combina diseño e ingeniería de componentes, física y biología. Todo esto con el apoyo de la tecnología, y en realidad algo muy común hoy en día, nuestros propios celulares”, enfatiza.
A pesar de estar fabricados en plásticos, los microscopios emplean una lámpara LED y un sensor que puede ser conectado vía USB a una pantalla.
“Entendemos que hay una demanda por emplear nuevas tecnologías y nos quisimos aprovechar de eso. El teléfono celular es ubicuo en nuestro quehacer, por lo que, en vez de limitar el uso en la sala de clases, lo incentivamos y lo hacemos crítico para el empleo de Micron”, explica el académico, quien cuenta que ya ha realizado talleres en Talagante, La Serena y en El Bosque, donde la experiencia ha sido “enriquecedora”. “Queríamos que los estudiantes se embebieran de la experiencia y qué mejor que convirtiéndolos en protagonistas”, señala.
Los microscopios Micron están pensados para ser distribuidos en establecimientos educacionales que no tienen grandes recursos para equipar sus laboratorios, democratizando así el acceso a la ciencia.