Desde el 3 de marzo, cuando Vélez Sarsfield –el equipo argentino dirigido por el extécnico de Colo Colo, Gustavo Quinteros- enfrentó a San Martín en Tucumán, cuatro jugadores de ese club aparecen a diario en los casos policiales de la prensa. Los argentinos Brian Cufré (27) y Abel Osorio (21), el paraguayo José Florentín (27) y el arquero uruguayo Sebastián Sosa (37) son investigados por el delito de abusos sexuales en contra de una periodista de 24 años, tras los hechos ocurridos aquella noche en la habitación 407 del hotel Hilton de esa ciudad.
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Mientras se desarrolla la causa, los tres primeros se encuentran con arresto domiciliario y el portero quedará libre y con arraigo nacional en las próximas horas luego de pagar una fianza de 50 millones de pesos argentinos.
La mujer denunció ante la Justicia que “sin ningún consentimiento me abusaron sexualmente”, luego de asistir voluntariamente a encontrarse con Sosa en una pieza del hotel, según indica su declaración. “Mi vida es un infierno. Me quitaron la dignidad, la sexualidad, la carrera, los sueños, la felicidad, la sonrisa y, sobre todo, las ganas de vivir”, señaló en el mismo informe donde se revelan otros detalles escabrosos del abuso grupal.
Según los jueces, Sosa sólo es considerado “partícipe necesario” y podría volver pronto a Buenos Aires, aunque los contratos de los cuatro involucrados fueron “congelados” por Vélez Sarsfield.
La huella de los chats
De acuerdo a los impactantes documentos filtrados por la prensa argentina en las últimas horas, el uruguayo-mexicano declaró que su única participación fue compartir la música mientras se cometieron los abusos. “Era el que ponía la música, mientras tanto me hablaba con mi señora que estaba en un cumpleaños. No me parece tener que estar viviendo esto sólo por hacerle una invitación a una persona a que venga a tomar algo. Nunca intenté engañarla, nunca le dije que la llamaba para una entrevista, nunca intenté presionarla, están clarísimas las conversaciones en los chats”, expresó el arquero a los abogados.
Mientras tanto, la víctima de los futbolistas reconoció en la audiencia estar viviendo una pesadilla: “Para mí esto va a ser mi prisión, porque mi vida es un infierno y una cárcel desde hace tres semanas, me parece una locura. Yo tengo miedo de que se fuguen. Los medios económicos los tienen y las posibilidades también. No me parecería justo que ellos pasen lo que queda del juicio en una casa, en un country, con pileta, pasándola bien cuando mi vida es un infierno hace tres semanas”, expresó la joven ante la jueza Eliana Gómez Moreira.
Sosa, quien tuvo un quiebre con sus compañeros antes de la audiencia de formalización, no reconoce alguna responsabilidad en el caso de abusos sexuales: “Estaba con sueño y tenía ganas de dormir, me sentía con pocas energías, y al rato me dormí. Recuerdo despertarme después cuando escucho conversaciones, volteo a mirar y no había nadie. Seguí durmiendo hasta que ella vino y alumbró buscando su ropa”, relató.