Juan Carlos Aramayo, conocido como “el pistolero de La Reina”, rompió el silencio tras más de un año del episodio que lo llevó a enfrentar a la justicia. La noche del 18 de febrero de 2024, Aramayo salió de su domicilio en la comuna de La Reina y disparó al menos cuatro veces contra señaléticas de tránsito. El hecho, que generó alarma entre los vecinos, fue denunciado a Carabineros y una semana después derivó en un allanamiento donde se halló un arsenal de armas en su casa.
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Aramayo, un profesional con experiencia tanto en el sector público como privado, fue formalizado por disparos injustificados en la vía pública y por tenencia ilegal de armas. Estuvo cinco meses en prisión preventiva, luego cumplió arresto domiciliario total y hoy permanece con arresto domiciliario nocturno, a la espera del juicio en el que la fiscalía solicita una condena de ocho años de cárcel.
En conversación con Reportajes T13, Aramayo se mostró arrepentido y ofreció disculpas públicas. “Necesito pedir perdón porque todo lo que pasó me dañó irremediablemente a mí, irremediablemente, pero también a mi familia, amigos y, por ejemplo, a mis alumnos”, expresó.
Reconoció también el impacto del hecho en la comunidad que lo conocía. “Para ellos (sus vecinos) debe haber sido incomprensible que el vecino que veían y compartíamos hiciera esto. Y es totalmente entendible que tuvieran miedo y rabia, y una serie de otras emociones. Y a esa gente yo no he tenido la oportunidad de pedirles perdón”, dijo.
“Fue un momento de explosión”
Sobre las razones que lo llevaron a tomar el arma aquella noche, Aramayo mencionó una combinación de factores. Asegura que fue estafado un día antes, había consumido alcohol y, además, le afectó el reciente asalto sufrido por el hijo de un vecino. “Ese nivel de miedo, de inseguridad, me llevó de una forma totalmente incomprensible a sacar el arma; yo con la idea de, si me pasa algo, ‘yo me voy a defender’”, relató.
Finalmente, justificó su conducta como una reacción emocional: “¿Por qué el momento de disparar? Yo creo que había un momento de explosión, de quiebre, de cómo manifestar mi rabia, mis frustraciones, mis miedos”.
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