Albania ha marcado un hito mundial al nombrar ministra a una inteligencia artificial. Se trata de Diella, un asistente virtual que hasta hace poco funcionaba dentro de la plataforma estatal e-Albania, ayudando a ciudadanos y empresas a gestionar trámites, emitir documentos electrónicos y navegar servicios públicos. Ahora, da un salto inédito: pasa de ser una herramienta digital a ocupar un cargo con rango ministerial dentro del Ejecutivo.
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La decisión fue anunciada por el primer ministro Edi Rama, quien señaló que el objetivo es claro: “Cada fondo público sometido al procedimiento de licitación sea perfectamente transparente”, y que el país pueda transformarse en un territorio “100% libre de corrupción”.
¿Cómo funcionará Diella?
Diella evaluará de forma automática todas las ofertas presentadas para contratos estatales, excluyendo a ministros y funcionarios humanos del proceso de adjudicación. Esto implica un traspaso progresivo de competencias hacia la IA, lo cual ha sido definido por Rama como un cambio “paso a paso” hacia una administración más transparente y menos vulnerable a la corrupción.
La inteligencia artificial asumirá la supervisión de los procesos licitatorios, con el respaldo de algoritmos entrenados para analizar propuestas, comparar condiciones y determinar adjudicaciones sin intervención política.
Un rostro digital con raíces culturales
El nombre Diella significa “Sol” en albanés, y su representación visual es la de una mujer vestida con el traje típico del país. El gobierno explicó que esta imagen busca transmitir una fusión entre identidad nacional y tecnología emergente, simbolizando el futuro digital del país sin perder su esencia cultural.
La corrupción ha sido una de las principales barreras para el desarrollo de Albania y un obstáculo recurrente en su camino hacia la adhesión a la Unión Europea en 2030. Actualmente, el país ocupa el puesto 80 de 180 en el índice de percepción de corrupción, según Transparencia Internacional.
Rama espera que la llegada de Diella sirva para acelerar las reformas institucionales, mejorar la confianza ciudadana y enviar un mensaje claro a la comunidad internacional: la tecnología también puede ser una aliada contra la corrupción.