“¿Aló?, mamá, ayúdame…” es la frase pronunciada con una voz temblorosa de una menor, fue lo primero que escucharon vecinos del distrito 8, especialmente en Maipú, al contestar llamadas desde un número con prefijo 809.
Tras tres segundos de silencio, el dramatismo se transformaba en campaña electoral: la voz de Mario Olavarría interrumpe diciendo: “Estamos a un paso de que esto suceda en tu familia, de ti depende”.
El recurso, inspirado en discursos de seguridad y prevención del delito, generó un impacto inmediato por su parecido a estafas telefónicas de secuestro virtual que han afectado a familias en Chile. Para muchos, la experiencia fue más que molesta, fue angustiante.
Indignación vecinal y reacciones inmediatas
Las denuncias se multiplicaron rápidamente en redes sociales. De acuerdo con The Clinic, una vecina escribió en una publicación del propio candidato: “Pensé que era mi hija y me afectó muchísimo”. Otra usuaria advirtió que el llamado “comienza con un grito de auxilio que te paraliza y, después, un silencio que se hace eterno”.
Estrategia electoral o límite ético sobrepasado
El uso de audios que simulan emergencias familiares abrió un debate sobre los límites de la propaganda electoral. Mientras Olavarría busca posicionarse en el Distrito 8 como un defensor de la seguridad y la protección familiar, la táctica se percibió como emocionalmente manipuladora por gran parte del electorado.
El caso resuena especialmente en comunas donde los robos, secuestros virtuales y delitos contra menores son temores latentes. La estrategia, más que posicionar un mensaje, terminó por instalar dudas sobre la ética en campañas a días de la elección.
Con la votación a la vuelta de la esquina, no está claro si este llamado del pánico favorecerá o perjudicará al candidato. Lo que sí dejó en evidencia es un clima electoral crispado, donde el miedo —genuino o inducido— se ha vuelto un arma política de alto riesgo.